Si podemos ser mínimamente conscientes de nuestra existencia, identificaremos que más allá de cualquier definición, tenemos la capacidad de percibir un mundo en el cual estamos siempre presentes. Esto es algo que acá podríamos denominar como “punto de vista”. Dicho “punto de vista” está interconectado con las emociones. La percepción o punto de vista, identificará todos los sucesos exteriores de nosotros mismos, dependiendo de la emoción que se cause. Entonces de nuestras emociones dependerá si el vaso sigue ahí medio lleno o medio vacío.
Este punto de vista es llamado de varias formas gracias a la variedad geográfica y por ende cultural en este planeta Tierra. Es llamado punto de encaje, consciencia, dimensión, visión, percepción, Yo, Buda, Dios, etcétera.
Dejando un rato de lado la percepción material que tengamos de nuestra existencia, podríamos imaginar que Todo lo que nos rodea no es más que un espacio esférico alrededor de lo que llamamos cuerpo, donde nuestro cerebro proyecta lo que las emociones van causando; o es interferido por el lado izquierdo del cerebro donde la proyección se hace limitada, espacial, temporal, única y paradójica.
Este lado izquierdo del cerebro, al igual que el derecho, posee una función específica, pero los terrícolas hemos asumido que nuestra identidad son esas funciones en sí mismas, y hemos olvidado que somos nosotros mismos quienes utilizan las funciones, que no somos ellas, porque incluso somos capaces de distinguirlas a ambas.
Primero: es necesario recordar que lo que nuestros sentidos perciben es un espectro en 360º de modo táctil, auditivo, olfativo, gustativo y visual. Estos cinco modos de percepción son experimentados en primer lugar químicamente en nuestro cerebro y luego proyectados en esta circunferencia alrededor de nuestra consciencia o punto de vista, otorgándonos todas las sensaciones perceptibles en los cinco modos.
Segundo: es importante identificar que nuestro cerebro posee dos funciones distintas y que nosotros somos los encargados de manejar dichas funciones; no ellas a nosotros. Una de estas dos funciones se encuentra en el hemisferio derecho de nuestro cerebro y está relacionado con las emociones, con el presente inmediato fuera de la línea del tiempo. La otra función se encuentra en el hemisferio izquierdo y tiene que ver con nuestras funciones matemáticas, de tiempo, espacio, memoria, lógica, etc.
Nuestro punto de vista se desarrolla en un mundo que privilegia lo masculino, nuestra forma de ver el mundo está enfocado con un punto de vista patriarcal y por lo tanto direccionado hacia el dominio de la lógica, la razón, la memoria, el tiempo y las matemáticas.
El mayor de lo que aquí podríamos denominar problemas, es causado porque casi todos los habitantes de este planeta nos hemos educado en busca de ser el mejor, de memorizar, de vencer al otro, de adquirir poder. El tipo de educación que hemos recibido como generaciones tiene que ver con el desarrollo del hemisferio izquierdo del cerebro y con la estricta represión de nuestro hemisferio derecho. Se nos niega explícitamente la educación que involucre el análisis, las paradojas, las variantes, la integración de opuestos, la fenomenología en tiempo presente y el amor; es más común diseccionar un conejo en el laboratorio que ir al campo a aprender a respirar.
Esto ha generado que nuestra realidad o percepción del mundo se vuelva gris y en blanco y negro. Somos individuos destinados a desarrollar un punto de vista particular y extraordinario. Pero nos hemos uniformado con un materialismo que ha comenzado a evidenciar sus fallas. Nos hemos ido tan para afuera de nosotros mismos que el “uniforme” ha reprimido nuestra individualidad en busca de lo que condecore sus ropas, mientras el hemisferio derecho comienza a hacer corte circuito. Somos los creadores y lo creado, pero nosotros sólo entendemos que somos lo creado, entonces nos aferramos a la materia, al mundo proyectado; es todo tan impermanente que ser sólo lo creado provoca serias angustias y por lo tanto los daños emocionales correspondientes, finalmente los daños los vemos generados en la proyección que hacemos de nuestro propio mundo.
Lo importante aquí no es generarse un personaje que critique lo anterior, ni que con bandera de lucha se oriente a condenar nuestro errado sistema de educación. Y esto es sencillamente porque para restarle importancia al lado izquierdo del cerebro es necesario dejar de criticar cualquier tipo de objeto; ya sea este material, emocional o racional. Por otro lado es importante recordar que el mundo solamente es una proyección de nosotros mismos y hay tantos mundos como tantas consciencias los puedan percibir. Todos somos parte de una “gran consciencia”, y siendo partes somos capaces de percibir una realidad como la que materialmente percibimos, y de esa misma forma podemos percibir la realidad que creamos posible percibir.
Actualmente el lado izquierdo de nuestro cerebro nos tiene convencidos que él tiene la razón, se ha convertido en un personaje que nos tiene convencidos de sus dictados, tanto así que tememos de nuestros propios actos. El lado derecho está sometido por los designios del izquierdo junto a nuestra consciencia. Vamos apurados a un lugar que ni siquiera conocemos; calculando números, palabras, emociones, sonrisas, llantos, deseos, actos, etcétera.
Alguien por ahí nos dice que ésta es la forma correcta, que no es posible la existencia de otra forma. Y de todos modos la forma no nos llena y nos hace sentir vértigo frente a la vida que vamos experimentando. Entonces seguimos aferrándonos a lo mismo, porque nuestro lado izquierdo también nos asusta con las versiones más trágicas de lo que podría ser el futuro si no le seguimos; sin entender que lo miedos son sólo una parte de nuestra proyección individual.
Y culpamos al resto, porque nuestro mundo o nuestra proyección de él está dividida por la función lógica de nuestro lado izquierdo. Culpamos a la política, a la religión, a los jóvenes, o los adultos, a la economía, a las creencias, a los sistemas. Pero olvidamos quizás lo más importante, olvidamos que el mundo es una proyección de cada uno de nosotros, que hay tantos mundos como tantas consciencias capaces de percibirlo.
Esto es algo difícil de asimilar, porque llevamos toda la vida pensando en que somos Uno en contra del mundo y no nos hemos percatado que el mundo es nuestra propia proyección. Estamos interconectados en una red infinita pero cada uno experimenta sólo lo que es capaz de experimentar. Nuestra mente está tan controlada por la lógica del lado izquierdo, que sería imposible poder pensar en esto; que nuestro mundo es una simple proyección, un simple punto de vista que actúa dañado, porque el observador se ha convencido que él es sólo lo observado, olvidando que es lo observado y el observador al mismo tiempo.
Finalmente es fundamental mencionar que este daño en nuestro punto de vista es algo completamente reversible. La acción de darse cuenta es muy simple, tan simple que un recién nacido podría tener la capacidad de realizarlo; pero quizás es en esta misma simpleza que radica nuestra dificultad para encontrarlo. La intelectualidad no es una llave que pueda abrir alguna puerta en este camino, pero si un medio por el cual podremos avanzar hasta la cerradura más cercana.
Coto Cañas Merino.
www.paroxico.blogspot.com
domingo, 19 de abril de 2009
Síntesis
lunes, 13 de abril de 2009
Wake Up
Vivimos en un mundo extraño, donde ser adulto es llenarse la boca diciendo que la vida hay que vivirla de alguna forma determinada. Los grandes centros mundiales, que se deben a ejemplo mundial, tienen como métodos standard mandar a sus propios patriotas a "tierras enemigas", o a países víctimas del robo explícito de recursos naturales. Lo vemos en las noticias y en los diarios, entonces nos parece algo prudente. Hoy en día Internet nos muestra asesinatos explícitos en guerras de las cuales tampoco entendemos mucho. Mueren sus propios patriotas enloquecidos y motivados por el "poder" sostener una nación que bajo ninguna circunstancia podría valer más que el corazón de un niño que inocentemente nace en tierras enemigas.
Pero de alguna extraña forma nos tienen adormecidos, indolentes al dolor de otros seres humanos. Asustados con conceptos que ellos mismos inventan y transmiten a sus "conciudadanos", por medio de cajas cuadradas que llaman televisor. Nos adormecen con el fútbol, nos angustian con telenovelas, nos aterrorizan con noticias, y para que el sometimiento sea más efectivo, nos hacen evadir el dolor de vivir en esta realidad sometida con un suculento mercado de industrias cinematográficas, donde sólo algunos son estrellas de cine, tienen mucho dinero y aparentan ser muy muy felices. Creemos que quizás, al igual que estas estrellas de cine, también podríamos nosotros salir de la amargura y de la vida en blanco y negro; un poco de eso nos podría hacer felices. Pero es un control, una forma muy convincente que anestesia al hombre, a estos "conciudadanos", para que no sientan claramente el dolor que significa someter la libertad individual a un prototipo de hombre post moderno, que trabaja cinco, o a veces seis días a la semana, venera a algún tipo de dios para controlar sus culpas, se hipnotizan con imágenes de catálogo que le ponen precio a la felicidad de hermosos y cautivantes modelos de moda que sonríen en cartulinas e imágenes virtuales. Utilizan la ficción para que compremos, y nosotros creemos que la ficción tiene más cualidades que la mentira.
Compramos y compramos, pero una vez que experimentas que ninguna de esas cosas, exhibidas en catálogos o spot televisivos, nos logran entregar un mínimo de lo que tanto anhelamos para ser felices y que de cierta forma nos hace entender que algo en todo esto llamado mundo no está funcionando correctamente. Por el contrario, tenemos lo que queríamos, pero no encontramos la felicidad que buscamos, mientras hay que aparentar esa sonrisa de catálogo, entonces sentimos vivir en un abismo gris y desesperado donde hay que seguir marchando y rezándole a ese dios que nos perdone y que de alguna forma nos traiga la felicidad.
Los centros mundiales consumen los recursos naturales, sin entender, claramente, que el daño no se lo hacen a un enemigo externo, sino directamente al "planeta tierra" del mismo que ellos forman parte. Pero estamos individualizados, creemos ciegamente que somos países, estados o capitales, entonces nos destruimos a nosotros mismos, tan ridículamente como si la mano de un mismo cuerpo lastimara a la otra mano; sin entender que ambas manos forman al mismo cuerpo.
El planeta no son países delimitados, el planeta es uno sólo y se llama Tierra. Los seres humanos nos hemos delimitado y dividido, porque nuestra mente está de la misma forma, dividimos y delimitamos todo; nuestros países, nuestras religiones, nuestros gustos, los días de la semana, las ciudades de un país, las comunas de una ciudad, los diferentes barrios de esa comuna, las diferencias sociales, los distintos roles familiares, los distintos padres, los distintos hijos.
Confiamos en doctrinas religiosas que hoy fácilmente muestran como los años de historia continúan llenando de oro a los grandes dominios religiosos o a algunos fervientes pastores que con pasión desquiciada proclaman doctrinas de terror para condenar al propio hombre. Las religiones no son más que una forma de mantener a los "conciudadanos" con culpa y con pavor. Así es más fácil que nadie note que la misma esclavitud de la raza negra ahora la interpretamos nosotros mismos y no nos damos cuenta.
Los medios de comunicación lentamente comienzan a contradecirse, entonces la fractura del modelo comienza a manifestarse, y finalmente así, sin que nadie tenga que luchar por lo que de todas formas ocurrirá, el hombre volverá a ser libre, pudiendo desarrollar su propia individualidad, dejando de ser el miembro uniformado de un modelo social opresor, suicida, ambicioso e indolente.
Los incontables muertos de una guerra, sean víctimas o victimarios, son un espejo que le recuerdan al hombre hipnotizado de esta era, que el modelo que afirma la vida de los terrícolas es erróneo, suicida e indolente.
Los bosque nativos destruidos por la mano del hombre; los animales violados de su libertad natural para llenar los bolsillos del que ya tiene demasiado; la contaminación explícita; seres humanos dañados de manera psiquiátrica por los errores que el mismo modelo genera; encerrados tras las rejas, como quien barre la basura y la esconde bajo la alfombra. Mujeres violadas y seres humanos que ya tienen la mirada triste y la esperanza muerta, mientras viven sin querer vivir, mientras tratan de sonreír como lo hacen en los catálogos de moda; una imagen detenida en menos de un segundo, una imagen de sonrisa que nos hace sentir el vértigo de la infelicidad.
Coto Cañas
Pero de alguna extraña forma nos tienen adormecidos, indolentes al dolor de otros seres humanos. Asustados con conceptos que ellos mismos inventan y transmiten a sus "conciudadanos", por medio de cajas cuadradas que llaman televisor. Nos adormecen con el fútbol, nos angustian con telenovelas, nos aterrorizan con noticias, y para que el sometimiento sea más efectivo, nos hacen evadir el dolor de vivir en esta realidad sometida con un suculento mercado de industrias cinematográficas, donde sólo algunos son estrellas de cine, tienen mucho dinero y aparentan ser muy muy felices. Creemos que quizás, al igual que estas estrellas de cine, también podríamos nosotros salir de la amargura y de la vida en blanco y negro; un poco de eso nos podría hacer felices. Pero es un control, una forma muy convincente que anestesia al hombre, a estos "conciudadanos", para que no sientan claramente el dolor que significa someter la libertad individual a un prototipo de hombre post moderno, que trabaja cinco, o a veces seis días a la semana, venera a algún tipo de dios para controlar sus culpas, se hipnotizan con imágenes de catálogo que le ponen precio a la felicidad de hermosos y cautivantes modelos de moda que sonríen en cartulinas e imágenes virtuales. Utilizan la ficción para que compremos, y nosotros creemos que la ficción tiene más cualidades que la mentira.
Compramos y compramos, pero una vez que experimentas que ninguna de esas cosas, exhibidas en catálogos o spot televisivos, nos logran entregar un mínimo de lo que tanto anhelamos para ser felices y que de cierta forma nos hace entender que algo en todo esto llamado mundo no está funcionando correctamente. Por el contrario, tenemos lo que queríamos, pero no encontramos la felicidad que buscamos, mientras hay que aparentar esa sonrisa de catálogo, entonces sentimos vivir en un abismo gris y desesperado donde hay que seguir marchando y rezándole a ese dios que nos perdone y que de alguna forma nos traiga la felicidad.
Los centros mundiales consumen los recursos naturales, sin entender, claramente, que el daño no se lo hacen a un enemigo externo, sino directamente al "planeta tierra" del mismo que ellos forman parte. Pero estamos individualizados, creemos ciegamente que somos países, estados o capitales, entonces nos destruimos a nosotros mismos, tan ridículamente como si la mano de un mismo cuerpo lastimara a la otra mano; sin entender que ambas manos forman al mismo cuerpo.
El planeta no son países delimitados, el planeta es uno sólo y se llama Tierra. Los seres humanos nos hemos delimitado y dividido, porque nuestra mente está de la misma forma, dividimos y delimitamos todo; nuestros países, nuestras religiones, nuestros gustos, los días de la semana, las ciudades de un país, las comunas de una ciudad, los diferentes barrios de esa comuna, las diferencias sociales, los distintos roles familiares, los distintos padres, los distintos hijos.
Confiamos en doctrinas religiosas que hoy fácilmente muestran como los años de historia continúan llenando de oro a los grandes dominios religiosos o a algunos fervientes pastores que con pasión desquiciada proclaman doctrinas de terror para condenar al propio hombre. Las religiones no son más que una forma de mantener a los "conciudadanos" con culpa y con pavor. Así es más fácil que nadie note que la misma esclavitud de la raza negra ahora la interpretamos nosotros mismos y no nos damos cuenta.
Los medios de comunicación lentamente comienzan a contradecirse, entonces la fractura del modelo comienza a manifestarse, y finalmente así, sin que nadie tenga que luchar por lo que de todas formas ocurrirá, el hombre volverá a ser libre, pudiendo desarrollar su propia individualidad, dejando de ser el miembro uniformado de un modelo social opresor, suicida, ambicioso e indolente.
Los incontables muertos de una guerra, sean víctimas o victimarios, son un espejo que le recuerdan al hombre hipnotizado de esta era, que el modelo que afirma la vida de los terrícolas es erróneo, suicida e indolente.
Los bosque nativos destruidos por la mano del hombre; los animales violados de su libertad natural para llenar los bolsillos del que ya tiene demasiado; la contaminación explícita; seres humanos dañados de manera psiquiátrica por los errores que el mismo modelo genera; encerrados tras las rejas, como quien barre la basura y la esconde bajo la alfombra. Mujeres violadas y seres humanos que ya tienen la mirada triste y la esperanza muerta, mientras viven sin querer vivir, mientras tratan de sonreír como lo hacen en los catálogos de moda; una imagen detenida en menos de un segundo, una imagen de sonrisa que nos hace sentir el vértigo de la infelicidad.
Coto Cañas
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