miércoles, 19 de noviembre de 2008

Control+Alt+Suprimir

Incoherencias o errores en la matrix.
Salida del tiempo,
perdida total de la memoria.

Ingravidez absoluta,
cuestionamiento de la propia experiencia humana.
Lógica extraviada y quizás para siempre.
Paroxismo paradógico y paralelepípedo.

¿Salida de la Matrix?
Locura desenfrenada,
bestialismo ageno,
desapego absoluto,
vuelta a cero.

martes, 18 de noviembre de 2008

Abracadabra

Despierto con claridad calma, no con ese sentimiento de ansiedad cuando las cosas están bien y uno teme que se derrumben.

Las hojas del Palto se hacen cariño, el San Pedro crece diariamente en dirección al cielo, las violetas desparramadas por el patio parecieran alcanzar un orden en el desorden y las parras nutren los frutos que serán devorados en febrero. Desfilan las orugas, las mariposas, los chanchos de tierra. Serafín aquieta su cuerpo felino tratando de no encontrarse con la fatiga de un día caluroso. Yo también estoy quieto, descubriendo esta magia en el presente y abandonando los pesados fardos de la mente. La quietud vence al calor, el movimiento al frío.

La primavera prepara los frutos y me incita a pensar que me prepara a mi también.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Se Rompe la Torre

Llevo bastante tiempo tratando de conocer los brillos encandilantes de esta ciudad. Me he vaciado entero tratando de encontrarle el sentido al sin sentido. He llegado a oscuridades tan profundas tratando de encontrar veracidad a lo que me enseñaron cuando llegué a este mundo; todos iban caminando hacia alguna parte, parecía lógico avanzar en esa dirección. En el camino alimañas y carne putrefacta; eso sí, guerreros hermanos, desentrañando lo mismo, con la misma inconsistencia de búsqueda, con un corazón fuerte, sincero y una convicción desmedida.

Te busqué por mucho tiempo hasta que me aburrí de hacerlo porque intuí necesario encontrarme a mi primero. No me culpo ni de egoísta ni de cobarde, simplemente que tan lejos de mi mismo sólo encontraba amores ciegos, egoístas y temerosos. Pero mi corazón no era de esas tierras, y de cualquier forma, era mejor alejarse.

Tuve que autoconvencerme que no existías, era demasiado duro llevarte conmigo si no te tenía. Me enredé en el maremoto de los temores, en los abismos de la duda y en el desgarro de la importancia de uno mismo.

Muchas leguas llevo recorridas, pero el tiempo yace en las fronteras débiles de mi mente. Entonces esa voz casi apagada dentro de mi corazón me hace señas, me susurra que no olvide que aún existes y que ya pronto estaremos juntos.

Yo continúo encerrado en esto parecido a una torre, un falo que pronto será destruido. Antes, hubiera esperado que llegaran a rescatarme, ahora sé que es mejor hacerlo por mi mismo. Soy un guerrero que será emperador, emperador que ha de encontrarte, porque ya no quiero más los brillos encandilantes de esta ciudad. Quiero contemplar la magia de los días juntos, y construir los sueños que vayamos imaginando, sin límites, sin restricciones.

Algo como Matrix

Y soñamos con robots pero no somos más que la representación de ellos mismos hechos a escala. No podemos darnos cuenta que nuestras fantasías futuristas son una verdadera analogía de este hombre post-moderno, quien hace ya mucho tiempo se quedó dormido y ahora lentamente comienza a despertar. Somos verdaderas máquinas, con un chip quien sabe dónde, encargado de hacernos actuar según el protocolo social lo vaya determinando. Nuestras acciones ya no son nuestros deseos, sino simplemente las necesidades de otro, nuestras acciones se han remitido al cumplimiento cabal del protocolo social. Es el chip quien nos enferma, son los paradigmas que hemos almacenado inconcientemente dentro de nosotros. Entonces la vida está llena de reglas que no permiten al hombre poder cumplir su misión en la tierra, en un mundo sin aparentes fronteras.

No cumplir el protocolo social nos encierra en abismantes miedos, dónde nos retorcemos y la culpa se transforma en un verdadero infierno. Entonces estamos trabados porque sin la libertad que necesitamos no podemos entender el gozo de la vida, y nuestra única condena será estar atrapados en el ciclo de la felicidad y la infelicidad hasta que de alguna forma podamos tomar conciencia.

Y la verdad la tenemos frente a nosotros mismos. Pero cómo iba a creer el hombre del siglo IV que la tierra era redonda. Había que probarlo, no era sólo un asunto que alguien escribiera en un libro, o simplemente una voz en el aire.

Nos hemos construido una torre, parecida a la de Babel. En ella tenemos sistemas, parámetros, creencias, conductas, razones, paradigmas, estatutos y normas. En ella vivimos y en ella nos aislamos de todo el vasto e infinito universo que nos rodea. Perdemos de vista lo importante y esta torre nos ofrece asilo y el status quo frente a todos nuestros miedos, miedos que por cierto existen sólo en esa torre, porque afuera de ella nada es realmente tan importante, porque afuera el universo vive en armonía.

Creemos inequívocamente que nosotros mismos decidimos, pero ya estamos tan absortos dentro de los paradigmas sociales, dentro de esta torre, que no percibimos nuestras “decisiones”; parecidas a un mecanismo autómata que controla nuestras horas, nuestros días, semanas y años de la vida.

Nos despertamos todas las mañana sin obedecernos a nosotros mismos, simplemente debemos subirnos a cualquier vehículo de metal que nos traslade a donde nos traslada todos los días.

Mientras tanto nuestra mente vuela muy lejos, añorando el tiempo en que esta historia no se repita más. Y para entonces ya estaremos viejos, nuestros músculos cansados, nuestros anhelos destruidos por el tiempo, nuestra libertad de movernos hacia donde queramos finalmente aniquilada. Tendremos clavada en la mirada la nostalgia de tiempos que pudieron haber llegado. Y ahí, ya se nos fue la vida y lo único que nos resta es esperar a la muerte que acecha insoportablemente.

Ejecutamos nuestra motricidad robóticamente para cumplir nuestra labor diurna, mientras nuestra mente piensa en todo lo que podría estar haciendo si no tuviera que cumplir con esta robótica conducta, y nuestro corazón reclama lejano pero incesante. Entonces finalmente nuestra mente se transforma en una especie de refugio donde nos agazapamos y escondemos.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Everything you want

Todo cuanto anheles te será dado,
todo cuanto sientas habrás explorado.
Círculo de luz olvidado en la superficie,
tu centro reclama que retornes.
El medio de la lúgubre noche,
y de tus clementes preguntas,
es que emprendo el vuelo para salvarte,
y entre medio de tus vísceras angustiadas y retorcidas
penetro para sanarte y aquietarte.


Estoy en ti y en todas partes,
no sólo en la superficie de ese círculo luminoso;
en el centro, en lo medio y en los extremos,
en lo exacto e inexacto,
en lo correcto y lo incorrecto,
en el ahora o en la mente,
en cualquiera de las infinitas posibilidades.


Tus miedos congelados se derriten poco a poco,
entonces la inmensidad del Sol luminoso
los evapora desde su esencia.
Y recuerdas nuevamente donde está casa.
Entonces ya nada es importante,
y dejarte llevar por tu destino
te conduce al paraíso
que abandonaste cuando quisiste dejar de ser un niño.


Ahora tranquilo,
porque ya estás en casa,
nada es tan importante,
y si te dejas llevar
las puertas del paraíso se abren de a par y en paz.
Todo lo que quieras...

Paraíso

Hace ya mucho tiempo no existía el cemento separando la individualidad del hombre, no existían los miedos, porque éramos libres de acuerdos racionales y sólo vivíamos con nuestro corazón. El universo era nuestro y no nos conformábamos con vivir en algo parecido a una caja de cartón elevada en las alturas, con gimnasio, lavandería y ascensor. Era imposible soñar con algo como eso, si había tanto, de todo y para todos. La ira, el odio, el egoísmo no existían porque nadie había sufrido abuso cuando niño. La humanidad vivía sin miedos y entonces el presente se transformaba en un fenómeno milagroso que había que agradecer como ninguna otra cosa en nuestro pasar por este mundo.

Llegar a este mundo sólo a ser lo que en el fondo de nuestro corazón somos, es la misión más importante a la que hemos venido. Pero equivocamos el camino cuando creemos que tenemos que ser de cierta forma impuesta, y lo equivocamos mucho más cuando pretendemos el destino de otro para nuestras vidas.

El Paraíso lo abandonamos cuando dejamos el corazón de lado y entonamos el juicio frente a todo lo que perciben nuestros sentidos. La constante evaluación de lo que nos rodea nos mantiene ocupados en la mente, divagando por mundos lejanos, por miedos irreconciliables, lejos de nuestros latidos, alejados de esa verdad individual que cada uno vino a interpretar.

En el Paraíso se vive sin miedos, se vive en plena libertad para el hombre, siendo éste un hombre de virtud que respeta el ciclo de la vida y vive en permanente éxtasis con todo lo que le rodea. No se necesitan cosas, en cambio sí se crean cosas y nuestros cinco sentidos son sólo una pequeña parte de todo lo que hay a nuestro alrededor. “Nuestra percepción crece, nuestros sentimientos actúan, nuestros pensamientos obedecen y nuestra intuición nos guía”.

La historia o mitología religiosa nos relata en sus orígenes que cuando el hombre come del “Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal” es expulsado del Paraíso. Ahí su mente se divide en esta ancestral dicotomía de lo diestro y lo siniestro, del bien y del mal.

Luego el “hombre ciego” se aprovecha y empeñando las religiones y sus políticas, atemoriza al pueblo con el infierno bajo el no cumplimiento de ciertas reglas. Entonces el hombre ya dividido, y bajo el temor de quedar atrapado en esa oscuridad profunda, camina todo el resto de sus días escapando de la culpa. “Los hombres ciegos” nos controlan y disponen sus iglesias para mantenernos atrapados entre rezos, dogmas, infiernos y ángeles. Así nos olvidamos de la Vida, de la Luna, del Sol, de lo maravilloso que es el Mundo donde vivimos. Finalmente nuestra mente se transforma en la oscura caverna donde nos guarecemos llenos de miedos, en el juicio de lo correcto y lo incorrecto. Nos encerramos dentro de esta caverna y los días pasan sin sentido, mientras el cuerpo reclama que todo esto terminé pronto. Nos olvidamos de la vida, entonces la culpa nos suicida y nada de nada cobra sentido.

Pero pareciera necesario abandonar el paraíso, pareciera ser parte de este juego llamado vida tener que emprender el viaje fuera de casa. La única forma quizás de no olvidar lo que este paraíso significa.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Camino Bendito

Vengo de algún lugar que no podría denominar y voy hacia otro lugar igual de indenominable. Estoy acá, en un lugar aún más indenominable pero que de alguna u otra forma lo puedo sentir. Los cuestionamientos alcanzan respuestas  que rápidamente se contradicen y entonces pierden cualquier tipo de valor. A veces la vida pareciera ser muy dura, otras veces sólo un juego capaz de enredarme. Es de noche, luego de día, llega el sol, se va, aparecen las estrellas y la luna, todo lleva un ritmo circular. A veces siento como si no estuviera en este lugar y otras veces siento como si estuviera en todas partes.

Hay cosas que duelen, y mucho. Pero extrañamente desde el punto de vista mismo del dolor todas esas cosas parecieran desintegrarse y perder cualquier tipo de valor.

La oscuridad pierde su valor siniestro pero es capaz de arrastrarme como un tirabuzón hacia un abismo sin retorno. Entonces aparece la luz como destello de realidad aparente, donde las cosas son y donde también existo.

Pienso en que las cosas manifiestas en algún momento deben haber sido inmanifiestas y luego para tener el valor de inmanifiestas es necesario que hayan sido manifestadas al menos por la mente.
Soy conciencia justo en el medio, donde lo manifiesto y lo inmanifiesto no pueden ser significados, donde la luz y la oscuridad ya no se tocan.

Quizás la literatura y sus palabras me extravían, quizás le he dado mucha importancia al juicio de las cosas de la vida y se me ha estado olvidando vivirla. Entonces me pregunto ¿Cómo hacer para abandonar los juicios de la mente, teniendo claro que no sirven para vivir la vida?

Me entrego a la vida y a sus designios y le pido al universo y a sus ángeles que me ayuden a desentrañar la verdad en mi Corazón.

¿Qué son las palabras si los significados dejan de ser importantes? Quizás la fonética de sus letras es lo único que importaría. Tantas palabras, tantos discursos, tantos enredos y cuantas paradojas circulan a mi alrededor, mientras mi corazón es olvidado, y con su olvido mi verdad transigida.

Ya no quiero ser una imagen para nadie, ni buena ni mala. Ahora quiero dejar de ser por fuera y enamorarme de lo que siempre he sido por dentro. Esa verdad que emana preciosamente en el Aquí y el Ahora, y que cuando deja de serlo entonces se convierte en la Mente y todo pierde sentido, deja de ser la Verdad universal desde donde procedo.

Han sido tiempos oscuros, cambiantes y enredados, se me ha olvidado mi nombre, mi hogar y mi Corazón. Ahora lentamente los comienzo a sentir nuevamente, y con esto entender el deleite que significa ser parte de este mundo llamado tierra; de este juego llamado vida.

Es tiempo de vivir Ahora, porque para el más empírico y racionalista hombre lo único sustancialmente real que tenemos delante nuestro, es este Aquí y Ahora, que nada tiene que ver con el pasado y el futuro, que no existen en el tiempo; porque el tiempo no es más que una frontera de la mente. Amo la vida porque es donde me puso el universo, amo la Oscuridad porque me enseñó lo importante que es la Luz y amo la Luz porque sólo en ella puedo desarrollar mi verdad.

Sin felicidad y sin tristeza igual existo, sin luz y sin oscuridad llego al centro mismo donde está mi conciencia. Y es aquí donde me quiero quedar, en esta conciencia desprovista de juicios, en este Aquí y Ahora; lo más concreto que he podido encontrar en este camino sinuoso, pedregoso y bendito. Porque mal que mal es el camino de regreso a casa, al corazón, a la verdad que vive palpitante a cada segundo en cada uno de nosotros, y al mismo tiempo en el universo entero.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Vivencias

Uno nace dentro de un mundo donde hay muchas reglas, donde los hombres en vez de preocuparse por SER, en relación a sus corazones, se han empeñado en obedecer a este modelo de hombre que trabaja la mayoría de su vida, ama con sentimiento de culpa muchas veces, y vive agrupado como ovejas porque teme constantemente ser atacado por otros hombres.

Sólo afuera de esto es donde respira la verdad del hombre, sólo afuera de esto se puede ser feliz. Afuera no hay enemigos, porque afuera sólo están los que no quieren guerras, porque afuera tampoco existe la división del hombre, afuera de todo eso se deshacen concretamente todos los miedos.

Entonces se es pequeño entremedio de grandes y todo lo que vamos encontrando, cada día frente a nuestros ojos, es desconocido, asombroso y maravilloso. Pero el brillo del asombro rápidamente es negado por que otras cosas comienzan a ser importantes ahora. Rápidamente se integra en nosotros el deber y el haber social que forma parte de esta cultura occidental, castradora y conquistadora de nuestros orígenes como “hombres de tierra”. El deber y el haber nos logra estructurar, mientras algo en todo esto hace que nos duela el corazón, tan hondo como uno muchas veces no pudiera imaginarlo. “Pero finalmente no importa” porque todos van para allá y “a veces hay que hacer algunos sacrificios”. Así uno crece, convencido que hay que buscar la felicidad siguiendo este “catalogo de instrucciones que ha creado el hombre”. Puedes casarte con una persona que amas, firmar un contrato legal para asegurarte que no te abandonen tan fácilmente, trabajar duro para comprarte una casa y un par de autos, guardar dinero para cuando seas viejo y buscar un buen tipo de Dios que te proteja para que nada extraordinario te vaya a pasar, quizás un seguro también pueda ayudar. Y cuando estés triste y te des cuenta que la felicidad no logra estar más cerca tuyo, toma un catalogo de revista y sueña con que algún día te ganarás un premio de lotería y todo lo que sueñas lo podrás tener. Te compras algo y crees ser feliz por un par de días, luego la misma nostalgia que no cesa, entonces será tiempo de seguir soñando o mejor dicho de "seguir trabajando", "que de sueños no se puede vivir".

Te miras en el espejo y ya no luces como ese joven idealista; ese joven que todavía escuchaba sus latidos del corazón. Tu estomago pareciera haber aumentado considerablemente de volumen y la calvicie, algo que ha empeorado con los años, parece haber entonado el adiós. Uno cree que la calvicie y la gordura fueran parte de la vida sin entender que el problema no radica en una alegoría de tener buena o mala suerte, sino que simplemente es el resultado de cuando el hombre olvidó sus propios latidos y equivocó su camino de humano persiguiendo un modelo de hombre; desvirtuado por el mismo hombre.

Y comenzamos a dormir, no somos capaces de entender que la humanidad se quedó dormida como esclava del materialismo social, y que aunque no seas un buen analista podrás entender que “empoderar” a los pocos que están detrás de todo esto, es el precio de dormir a la humanidad y hacerles olvidar que el universo es basto, que el hombre no necesita trabajar para comer, que ya no se pueden seguir explotando los pocos recursos que quedan, porque de seguir así la propia naturaleza tendrá que reestablecer el orden y romper las ciudades de cemento.
El mundo necesita retornar a su origen, la verdadera humanidad del hombre necesita ser restaurada.

Cuando ya eres más grande continúa la lucha de tener que "ser", de corresponder con ese modelo o simplemente hacerle caso al corazón. Con los años esta lucha parece que se hace más grande y menos incomprensible.

Sencillamente mi corazón era destruido pensando que debía llevar esa conducta de hombre tan falto de libertad, tan gris y tan contaminado con la rabia, la frustración, el falso orgullo y el egocentrismo. 
Somos hijos de un universo sin fronteras, somos inmensos. Pero hace tiempo lo olvidamos y ya es tiempo de volver a recordarlo. El corazón reclama y no le hacemos caso, porque ya no somos capaces de escuchar, porque aunque quisiéramos nuestros sueños de vuelta, están guardados en un lugar que no podemos recordar. Hemos construido encima de nosotros una máscara tan grande que nos representa, llevamos interpretando el personaje social de los haberes y deberes por tantos años, que cómo va a ser fácil recordar nuestro corazón, recordar quién verdaderamente somos.

Así despierto un día, con esta claridad llena de certeza. Pero cuando puedes ver esta luz te das cuenta que aún caminas entre la oscuridad de tu mente. Muchos patrones y paradigmas hay en ella. Ahora viene el tiempo olvidar a tantos personajes que habitan en la cabeza y volver a sentir cada latido del corazón; como cuando se era un niño y el sonido de cajita musical replicaba lleno de plenitud y tranquilidad.

Acá estoy ahora, en un bai ven que cada vez es más breve, tratando de llegar al centro, donde no hay movimiento y sólo se siente el corazón.

Mil y una razón podrían destruir mis palabras, finalmente es esto lo que siento como verdad y la verdad que me gustaría compartir con quien lo quiera.

Creo que las ciudades muy pronto se viene abajo, nuevos tiempos llegan para el hombre y es imprescindible fortalecer los corazones y aquietar nuestra mente. Sin líderes, sin leyes, dejando de la lado lo superior y lo santo. Con compasión, Humildad y Moderación es que el hombre puede volver a ser hombre y dejar de ser este humano esclavizado que trabaja la mayoría de la vida para que el de arriba se haga más rico. Con Compasión, Humildad y Moderación no nos olvidamos de nosotros mismos y podemos entender que la felicidad no es algo que se tenga que buscar, sino sencillamente es algo que viene integrado junto a nuestra humanidad.

lunes, 28 de enero de 2008

Durante el Viaje.

Esta es una gran colección de búsquedas, de deseos, de miedos.
Y siempre es lo mismo, buscamos en el exterior de nosotros y olvidamos todo lo que tenemos dentro.

Queremos ser felices buscando status, debiendo y teniendo que ser para los demás, buscando nuestra importancia para poder finalmente demostrarsela al mundo, porque creemos que mientras más hermosa sea nuestra cáscara más queridos y protegidos estaremos,
porque creemos que ahí encontraremos esa felicidad que a cada rato se nos escapa de las manos.

Y se nos olvida que el cuerpo envejece, que cuando pasa el tiempo todo pierde importancia: las palabras, las tristezas, el cuerpo, los miedos, el dolor, los deseos y lo que el resto pueda decir de nosotros.
Todo no ha sido más que la posibilidad de poder actuar desde el corazón y ser lo que a partir de ese lugar somos.
Pero se nos olvida y la mayoría de las veces sólo lo entendemos cuando ya es tarde, cuando el viaje ha terminado.

Cerramos los ojos y ya estamos lejos de acá.

Toda nuestra búsqueda lo único que provoca es olvidarnos como late el corazón, desperdiciando la posibilidad de vivir la humanidad más hermosa en el simple significado de ser secillamente lo que somos, sin importancia, sin cuerpo, sin miedos. "Yo soy lo que hago y a eso he venido", recuerdo por ahí.

Entonces el viaje termina y nos quedamos con lo simple, con nuestra verdadera esencia, y finalmente todo el resto muere.

Nuestra importancia, por la que luchamos desde que el recuerdo de esta humanidad nos permite, es parte del olvido, es parte de una historia que carece de importancia; una importancia que está más cerca de morir que nuestro propio cuerpo, una importancia que al final es vacio y lo único que logra es alejarnos de lo verdadero, de nuestro corazón, de nuestra verdadera humanidad que extraviamos en algún punto del camino.

Y nos quedamos sin nada, el viaje termina y la mente muere, y con ella todos sus recuerdos.
Finalmente lo único importante era ser lo que realmente somos, dejando de lado la importancia que buscamos tener entre tanta humanidad ciega y confundida.



 

viernes, 18 de enero de 2008

Un Chip llamado ciudad.

El protocolo aéreo lleva el avión en penumbras y te observo como si fuera el narrador omnisciente de esta historia. No vas tranquilo pero tienes cierta calma. Tu mirada va en la ventana, absorbida por las luces de esa ciudad nocturna que lentamente comienza a quedar atrás. Minutos antes y desde el centro mismo de la luces, el avión despega con aires de luna menguada y un frío cielo despejado de invierno. Por la ventana del avión es como si uno se fuera despegando de las luces, de su entorno, de uno mismo. La ciudad iluminada comienza a reducir sus proporciones espaciales lentamente. A medida que el avión se empina como un ave entre la espacialidad infinita del cielo, todo comienza a perder valor y tamaño.  Me gusta sentir la sensación de observar tu expresión facial que parece feliz con el reciente descubrimiento.

Luego de varios minutos la ciudad se ve en su totalidad rodeada por el negro espacio del viaje nocturno. Tu continuas enamorado de la sensación que provoca ver como la ciudad está lejos, fuera de ti, que finalmente tu no perteneces a ella y que no te habías dado cuenta hasta ahora. Es extraño, porque tanto tiempo en la ciudad iluminada y asumías inconscientemente que tu y ella eran lo mismo, tu eras parte de la ciudad y no del inmenso e infinito universo que se abre sobre nosotros.

Te sientes consciente y despierto, quizás no lo habías estado hace tiempo, y ya no estas en la ciudad ni en su historia, estás en un punto que, visto desde estas circunstancias, pareciera neutro, como un limbo donde todo se detiene.

Ahora dejo de ser ese narrador omnisciente y vuelvo a mi cuerpo, sentado en la misma butaca aérea que vas sentado tu, vuelvo a tu cuerpo y volvemos a ser uno, mirando la ciudad transformada en un insignificante punto de luces parecido a un chip de computador.

El avión avanza, en algún momento aterrizará en otra ciudad iluminada y yo seguiré siendo el que observa desde afuera la situación, igual que ahora, entremedio del cielo nocturno y por encima de cualquier ciudad.

"No somos más que lo mismo contado de manera diferente. Pero "alguien por" ahí se esmera en recalcar nuestra individualidad, todo lo distinto que somos frente al resto. Finalmente ese "alguien por ahí" desaparece y me quedo yo con el peso de sostener esa diferencia, inventada por la mente, afirmada dentro de ella y sostenida como una bestia salvaje que defiende a su camada. Ya no quiero sostener lo insostenible, tampoco lo sostenible, todo esto es una mochila llena de piedras, inservibles y pesadas".

martes, 15 de enero de 2008

Podría ser que...

Volver al presente, es como cuando niños, en medio del juego diurno y con los amigos, estábamos en desventaja y los piratas nos tenían prisioneros sin querer dar tregua alguna; era una deshonra inmensa estar ahí, mientras la victoria se alejaba a manos llenas del enemigo. Pero terminaba el juego y cada uno se iba a casa, quizás le lavaban la cara, los dientes y entremedio de la noche se dormía en la calma, porque mañana comenzaba otro juego y la victoria estaba a sólo un paso.

Se Nos Olvida


A veces se nos olvida lo simple de todo esto. Un día, y quizas a medida que se aleja la infancia, abrimos los ojos y sin darnos cuenta ya estamos lejos de lo importante. La infancia se nos duerme y todo comienza a ser complicado. Me miro en el espejo y me pregunto, ¿Por qué se me olvido la plenitud de observar, quietamente y por muchas horas, a los chanchitos de tierra que se hacían pequeñas bolitas hermeticas? ¿Por qué se me olvido lo inmensamente pleno que quedaba en la noche, después de estar la tarde entera rescatando insectos en la piscina?
Entonces me doy cuenta de las muchas cosas que olvidé; lo poco importante de la ropa, de la tierra, lo poco importante de engullir un escarabajo sin pudores ni complejos. Olvidé completamente lo distinto que era sentir un atardecer o lo maravilloso de una mañana anticipando las mil aventuras que abría el día.

Aún frente al espejo me cominzo a custionar; si esa simpleza me daba tanta paz, por qué he buscado todo este último tiempo en materias tan enrredadas como la sabiduría y la importancia. ¿Por qué he preferido esta mente que me ha tenido atrapado en los miedos; detenido, deteniendome cada vez más?

Atrapado en paradigmas, que llevan consigo una lógica, una respuesta y una clasificación para todos los asuntos. Digo atrapado de nuevo y sólo por estructuras que se construyeron en la mente, nada de eso existe pués sólo se trata de un acuerdo mental, afirmado en cordenadas virtuales como el de los "ceros y unos". Más allá de la mente está lo realmente importante, más allá de la mente está el recordar el éxtasis que puede significar la magia de un amanecer, la simpleza de contar los peldaños de las escaleras que te llevaban al piso diez sin más sentido que ese.
Las religiones hacen eco dentro de si mismas y la política nos convence de lo realmente importante de sus asuntos. La vida es muy seria y debemos aprender a cuidarnos.

Te quiero demostrar que la vida es muy distinta, que aún que paresca estar todo confuso y sin sentido, todo no es más que una absurda mentira. Estamos viviendo una aventura creada por nosotros mismos, una aventura que podemos cambiar cuantas veces queramos. Pero nuestra mente resiste y a cada rato nos quiere demostrar lo dificil que es existir en este mundo. Y finalmente todo no es más que una absurda ilusión, afirmada en los paradigmas de nuestra mente, esos mismos paradigmas de "ceros y unos"que nos alejaron la infancia, los que nos hicieron olvidar lo simple de todo esto.

El Bien y el Mal

Al final de todo terminamos siendo protagonistas y grandes héroes de nuestro mundo, antagonistas dentro de otros mundos, perversos para algunos, maestros para otros y adeptos de todo lo que nos envuelve, que finalmente no es mas que una sola cosa, nuestro corazón. 

El bien y el mal se desdibujan a cada segundo, de pronto desde arriba de un árbol todo parece bueno y pequeño, pero sentado en la tierra, y mirando exactamente lo mismo, todo no es más que siniestro y la vida pareciera ser muy grande.

Dos lados de una misma cosa, dos lados que confunden, y el centro olvidado por nuestros miedos, nuestro corazón desterrado mientras nuestra mente anda en busca de importancia.

Ocho,
Cuatro,
Dos,
El corazón.

Afuera

"Desde esta oscuridad lejana reclamo mi derecho a despertar, a dejar esta dualidad, abandonando el deseo y la impaciencia, duros combatientes en este punto del camino.
A veces mi cuerpo se debilita para volver a ser fortalecido con las energías de un guerrero; que hasta hace poco habia estado completamente ciego.
Entonces uno despierta del sueño lánguido, uno entiende lo lejos que se ha extraviado de casa por seguir a un circo de poder, de sufrimiento, de gran lejanía con lo fundamental, con la virtud del hombre; el amor.

Llegamos al mundo libres, sin polaridad. Ahí el circo nos agarra, nos enseñan los trucos y comenzamos a practicar la rutina que, según el circo, nos corresponde interpretar.
Todo finalmente se hace muy complicado. Nos ofrecen comida, techo y una vejes con consideraciones para no llegar a la muerte solos y confundidos.
Entonces una vez en el circo perdemos de vista lo importante, el resto del mundo, el infinito que nos conecta con nuestra estampa de humanos, el que nos aleja del concepto individual y transforma nuestra conciencia donde la parte deja de importar.
Nos enseñan a perder la confianza en el universo y a asegurar el porvenir de la manera que el circo nos ofrece, finalmente para ellos la fuerza del universo no será lo suficientemente divina para proveer lo que necesitamos.
Entonces nos alarman, nos llenan de miedo para a continuación ofrecernos asilo junto a los demas, esos que están llenos de miedos, confiando en el circo y temiéndole a este universo divino del cual nosotros mismos somos parte.

Entonces un día llega un ángel y me invita a elevarme sobre el campamento del circo, y desde arriba, desde lo alto penetro en la claridad y me puedo dar cuenta que nada tiene sentido, que jamás he sido esa posibilidad que el circo construyo de mi. Me doy cuenta que al final sólo han logrado quitarme libertad.
Me voy del circo, el mundo es más ámplio, en el mundo cada árbol es lo que es, cada animal de la misma forma. Nadie tiene mascaras y lo único que importa es esta conciencia que sólo vive en un presente carente de pasado y de futuro, que vive en el eterno presente.

Entonces nos forman en filas y nos dicen: "Con la vista al frente y las manos a un lado".
Y la vida deja de ser sencilla, ya no podemos simplemente actuar según nos guste.
"Con la vista al frente y las manos a un lado".