sábado, 19 de septiembre de 2009

Así Vamos...

Así vamos,
por algún extraño lugar al que me enseñaron a llamar mundo,
con el alma herida muchas veces,
pero infinita y en éxtasis muchas otras.

Es cierto que esto parece una danza y que siempre todo es más breve de lo que pensamos; es cierto que mi cuerpo ha comenzado a desaparecer y que ahora todo es tan extraño que resulta imposible describir con palabras.

El amor es la única paradoja que nos aleja de la mente y nos conecta con el corazón. Amor, una simple palabra prostituida por los miedos de nosotros los seres humanos. Amor, es lo único que podría darle sentido a mi corazón. Amor, espérame unos segundos que ya estamos juntos pero aún no podemos darnos cuenta.

Esto, a lo que me enseñaron a llamar vida, no puede seguir esperando a ningún pensamiento. Entonces me transformo en nubes, luego en estrellas, en árboles, en flores, en animales, en el mundo entero, luego en el universo.

Así voy,
a veces como volando, otras veces con la cabeza pegada a la tierra, escuchando las raíces de los árboles avanzar.
Luego me tranquilizo y siento que siempre todo va a estar bien. Porque todas las noches duran lo mismo y siempre llega nuevamente el sol.

jueves, 25 de junio de 2009

Un Invento Prostituto



El cine, que podía haber tenido una dirección sublime como medio de representación artística, fue diseccionado con intereses políticos, económicos e incluso religiosos.

A fines del siglo XIX la proyección de imagen en movimiento genera gran asombro entre quienes lo observan. Un ejemplo que podría aclarar este asombro, es la proyección de Auguste y Louis Lumière, quienes exhiben “L'Arrivée d'un train à La Ciotat“ ("El arribo del tren a La Ciotat"). Esta exhibición registra un hecho, que aunque la historia luego haya negado o lo haya tildado como mito urbano, indirectamente nos habla del asombro que este invento provocó. En el momento en que la proyección mostraba al tren acercándose hacia la pantalla proyectada, muchos de los espectadores salieron corriendo de sus butacas. Más allá de que este hecho sea real o mítico, el sólo hecho que haya circulado como un rumos popular da cierta validez a nuestro punto de vista.

Más allá de cualquier cosa dicha anteriormente el cine era una promesa porque rápidamente comenzó a generar el masivo interés de los individuos sociales. Algo extraño le sucedía a las personas que se paraban frente a una proyección, era como irse de la realidad inmediata y poder asumir mentalmente una historia que desconectaba en gran medida los pensamientos rumiantes de la mente humana.
Nadie se detuvo a pensar que este nuevo invento aparecido después de la Revolución Industrial, podría transformarse en un verdadero lobo disfrazado de oveja, o si se quiere, una invención muy mal desarrollada.

El interés masivo por este nuevo tipo de entretención comenzó a llamar la atención de quienes manejaban los intereses sociales por los años veinte, así se consolidó una industria cinematográfica en los Estados Unidos de Norte América. Comenzaron a crear reglas de exhibición y censura. Rápidamente este invento resultaría un buen manejo de masas para que ciertos intereses, sobre todo políticos, pudieran llevarse adelante. Era fácil controlar a las masas, mostrando a estrellas cinematográficas como iconos de anhelos sociales. Los sueños de muchos eran mostrados como situaciones sublimes que sólo se podían alcanzar a través de la pantalla grande. En definitiva los grandes sueños del hombre estaban separados por una gran brecha, a la que sólo quienes dejaban sus manos en el cemento de una avenida californiana tenían acceso. Eran seres estereotipos sublimados que tenían todo lo que uno socialmente podía desear, es decir lo más sublime que en el sistema social se podía alcanzar.

Entonces los individuos sociales, sometidos a un sistema que desde un comienzo no ha podido esconder bien sus fallas, se ven refugiados en este “sueño americano” que, por causa de la economía de exportación, se nos presentaba como un sueño que sólo algunos tenían la suerte de experimentar; un sueño sólo interpretado por las estrellas de cine que sonreían en las revistas del jet set anglosajón; un sueño que en el tercer mundo parecía lejano y que a la vez nos restregaba en la cara la pobreza de un pueblo tercermundista víctima de la prostitución que la división republicana y comunista generó.

Pero, pesé a todo este control y manejo, grandes obras fílmicas han podido llegar como una representación estoica hasta nuestra retinas, obras que a través de símbolos han logrado mostrarnos la esencia primaria de este Homo Sapiens que quiso jugar a la civilización. Obras que hablan de un ser humano trizado, que queriendo ser civilizado transó los instintos intrínsecos de su naturaleza animal; en busca de importancia, de brindis hedonistas, de falsos orgullos, de competencia y de un alma aterrada en el vértigo de este individualismo post moderno del siglo XXI.

Pero por acá comenzamos a despertar, el hombre comienza lentamente a entender que llevamos casi un siglo interpretando a robots que se han desconectados de su fuente vital llamada Naturaleza. Acá comienza la nueva era del cine; a principios del siglo XXI, quizás el nacimiento de su verdadera utilidad, sanar mediante símbolos a través de un arte que es capaz de sublimar la realidad.
Somos los próceres del nuevo cine, para hacer del éste el espejo fílmico del hombre, quizás de este modo comencemos a entender lo lejos que hemos estado de lo importante, soportando el peso de armaduras y máscaras mientras entendemos que la civilización no es otra cosa distinta a la mitología de la Torre de Babel que tarde o temprano fue víctima de su caída y destrucción.

Marcial Cañas.

domingo, 19 de abril de 2009

Síntesis




Si podemos ser mínimamente conscientes de nuestra existencia, identificaremos que más allá de cualquier definición, tenemos la capacidad de percibir un mundo en el cual estamos siempre presentes. Esto es algo que acá podríamos denominar como “punto de vista”. Dicho “punto de vista” está interconectado con las emociones. La percepción o punto de vista, identificará todos los sucesos exteriores de nosotros mismos, dependiendo de la emoción que se cause. Entonces de nuestras emociones dependerá si el vaso sigue ahí medio lleno o medio vacío. 

Este punto de vista es llamado de varias formas gracias a la variedad geográfica y por ende cultural en este planeta Tierra. Es llamado punto de encaje, consciencia, dimensión, visión, percepción, Yo, Buda, Dios, etcétera.

Dejando un rato de lado la percepción material que tengamos de nuestra existencia, podríamos imaginar que Todo lo que nos rodea no es más que un espacio esférico alrededor de lo que llamamos cuerpo, donde nuestro cerebro proyecta lo que las emociones van causando; o es interferido por el lado izquierdo del cerebro donde la proyección se hace limitada, espacial, temporal, única y paradójica.

Este lado izquierdo del cerebro, al igual que el derecho, posee una función específica, pero los terrícolas hemos asumido que nuestra identidad son esas funciones en sí mismas, y hemos olvidado que somos nosotros mismos quienes utilizan las funciones, que no somos ellas, porque incluso somos capaces de distinguirlas a ambas.

Primero: es necesario recordar que lo que nuestros sentidos perciben es un espectro en 360º de modo táctil, auditivo, olfativo, gustativo y visual. Estos cinco modos de percepción son experimentados en primer lugar químicamente en nuestro cerebro y luego proyectados en esta circunferencia alrededor de nuestra consciencia o punto de vista, otorgándonos todas las sensaciones perceptibles en los cinco modos.

Segundo: es importante identificar que nuestro cerebro posee dos funciones distintas y que nosotros somos los encargados de manejar dichas funciones; no ellas a nosotros. Una de estas dos funciones se encuentra en el hemisferio derecho de nuestro cerebro y está relacionado con las emociones, con el presente inmediato fuera de la línea del tiempo. La otra función se encuentra en el hemisferio izquierdo y tiene que ver con nuestras funciones matemáticas, de tiempo, espacio, memoria, lógica, etc.

Nuestro punto de vista se desarrolla en un mundo que privilegia lo masculino, nuestra forma de ver el mundo está enfocado con un punto de vista patriarcal y por lo tanto direccionado hacia el dominio de la lógica, la razón, la memoria, el tiempo y las matemáticas.

El mayor de lo que aquí podríamos denominar problemas, es causado porque casi todos los habitantes de este planeta nos hemos educado en busca de ser el mejor, de memorizar, de vencer al otro, de adquirir poder. El tipo de educación que hemos recibido como generaciones tiene que ver con el desarrollo del hemisferio izquierdo del cerebro y con la estricta represión de nuestro hemisferio derecho. Se nos niega explícitamente la educación que involucre el análisis, las paradojas, las variantes, la integración de opuestos, la fenomenología en tiempo presente y el amor; es más común diseccionar un conejo en el laboratorio que ir al campo a aprender a respirar.

Esto ha generado que nuestra realidad o percepción del mundo se vuelva gris y en blanco y negro. Somos individuos destinados a desarrollar un punto de vista particular y extraordinario. Pero nos hemos uniformado con un materialismo que ha comenzado a evidenciar sus fallas. Nos hemos ido tan para afuera de nosotros mismos que el “uniforme” ha reprimido nuestra individualidad en busca de lo que condecore sus ropas, mientras el hemisferio derecho comienza a hacer corte circuito. Somos los creadores y lo creado, pero nosotros sólo entendemos que somos lo creado, entonces nos aferramos a la materia, al mundo proyectado; es todo tan impermanente que ser sólo lo creado provoca serias angustias y por lo tanto los daños emocionales correspondientes, finalmente los daños los vemos generados en la proyección que hacemos de nuestro propio mundo.

Lo importante aquí no es generarse un personaje que critique lo anterior, ni que con bandera de lucha se oriente a condenar nuestro errado sistema de educación. Y esto es sencillamente porque para restarle importancia al lado izquierdo del cerebro es necesario dejar de criticar cualquier tipo de objeto; ya sea este material, emocional o racional. Por otro lado es importante recordar que el mundo solamente es una proyección de nosotros mismos y hay tantos mundos como tantas consciencias los puedan percibir. Todos somos parte de una “gran consciencia”, y siendo partes somos capaces de percibir una realidad como la que materialmente percibimos, y de esa misma forma podemos percibir la realidad que creamos posible percibir.

Actualmente el lado izquierdo de nuestro cerebro nos tiene convencidos que él tiene la razón, se ha convertido en un personaje que nos tiene convencidos de sus dictados, tanto así que tememos de nuestros propios actos. El lado derecho está sometido por los designios del izquierdo junto a nuestra consciencia. Vamos apurados a un lugar que ni siquiera conocemos; calculando números, palabras, emociones, sonrisas, llantos, deseos, actos, etcétera.

Alguien por ahí nos dice que ésta es la forma correcta, que no es posible la existencia de otra forma. Y de todos modos la forma no nos llena y nos hace sentir vértigo frente a la vida que vamos experimentando. Entonces seguimos aferrándonos a lo mismo, porque nuestro lado izquierdo también nos asusta con las versiones más trágicas de lo que podría ser el futuro si no le seguimos; sin entender que lo miedos son sólo una parte de nuestra proyección individual.

Y culpamos al resto, porque nuestro mundo o nuestra proyección de él está dividida por la función lógica de nuestro lado izquierdo. Culpamos a la política, a la religión, a los jóvenes, o los adultos, a la economía, a las creencias, a los sistemas. Pero olvidamos quizás lo más importante, olvidamos que el mundo es una proyección de cada uno de nosotros, que hay tantos mundos como tantas consciencias capaces de percibirlo.

Esto es algo difícil de asimilar, porque llevamos toda la vida pensando en que somos Uno en contra del mundo y no nos hemos percatado que el mundo es nuestra propia proyección. Estamos interconectados en una red infinita pero cada uno experimenta sólo lo que es capaz de experimentar. Nuestra mente está tan controlada por la lógica del lado izquierdo, que sería imposible poder pensar en esto; que nuestro mundo es una simple proyección, un simple punto de vista que actúa dañado, porque el observador se ha convencido que él es sólo lo observado, olvidando que es lo observado y el observador al mismo tiempo.

Finalmente es fundamental mencionar que este daño en nuestro punto de vista es algo completamente reversible. La acción de darse cuenta es muy simple, tan simple que un recién nacido podría tener la capacidad de realizarlo; pero quizás es en esta misma simpleza que radica nuestra dificultad para encontrarlo. La intelectualidad no es una llave que pueda abrir alguna puerta en este camino, pero si un medio por el cual podremos avanzar hasta la cerradura más cercana.


Coto Cañas Merino.
www.paroxico.blogspot.com

lunes, 13 de abril de 2009

Wake Up

Vivimos en un mundo extraño, donde ser adulto es llenarse la boca diciendo que la vida hay que vivirla de alguna forma determinada. Los grandes centros mundiales, que se deben a ejemplo mundial, tienen como métodos standard mandar a sus propios patriotas a "tierras enemigas", o a países víctimas del robo explícito de recursos naturales. Lo vemos en las noticias y en los diarios, entonces nos parece algo prudente. Hoy en día Internet nos muestra asesinatos explícitos en guerras de las cuales tampoco entendemos mucho. Mueren sus propios patriotas enloquecidos y motivados por el "poder" sostener una nación que bajo ninguna circunstancia podría valer más que el corazón de un niño que inocentemente nace en tierras enemigas.

Pero de alguna extraña forma nos tienen adormecidos, indolentes al dolor de otros seres humanos. Asustados con conceptos que ellos mismos inventan y transmiten a sus "conciudadanos", por medio de cajas cuadradas que llaman televisor. Nos adormecen con el fútbol, nos angustian con telenovelas, nos aterrorizan con noticias, y para que el sometimiento sea más efectivo, nos hacen evadir el dolor de vivir en esta realidad sometida con un suculento mercado de industrias cinematográficas, donde sólo algunos son estrellas de cine, tienen mucho dinero y aparentan ser muy muy felices. Creemos que quizás, al igual que estas estrellas de cine, también podríamos nosotros salir de la amargura y de la vida en blanco y negro; un poco de eso nos podría hacer felices. Pero es un control, una forma muy convincente que anestesia al hombre, a estos "conciudadanos", para que no sientan claramente el dolor que significa someter la libertad individual a un prototipo de hombre post moderno, que trabaja cinco, o a veces seis días a la semana, venera a algún tipo de dios para controlar sus culpas, se hipnotizan con imágenes de catálogo que le ponen precio a la felicidad de hermosos y cautivantes modelos de moda que sonríen en cartulinas e imágenes virtuales. Utilizan la ficción para que compremos, y nosotros creemos que la ficción tiene más cualidades que la mentira.

Compramos y compramos, pero una vez que experimentas que ninguna de esas cosas, exhibidas en catálogos o spot televisivos, nos logran entregar un mínimo de lo que tanto anhelamos para ser felices y que de cierta forma nos hace entender que algo en todo esto llamado mundo no está funcionando correctamente. Por el contrario, tenemos lo que queríamos, pero no encontramos la felicidad que buscamos, mientras hay que aparentar esa sonrisa de catálogo, entonces sentimos vivir en un abismo gris y desesperado donde hay que seguir marchando y rezándole a ese dios que nos perdone y que de alguna forma nos traiga la felicidad.

Los centros mundiales consumen los recursos naturales, sin entender, claramente, que el daño no se lo hacen a un enemigo externo, sino directamente al "planeta tierra" del mismo que ellos forman parte. Pero estamos individualizados, creemos ciegamente que somos países, estados o capitales, entonces nos destruimos a nosotros mismos, tan ridículamente como si la mano de un mismo cuerpo lastimara a la otra mano; sin entender que ambas manos forman al mismo cuerpo.

El planeta no son países delimitados, el planeta es uno sólo y se llama Tierra. Los seres humanos nos hemos delimitado y dividido, porque nuestra mente está de la misma forma, dividimos y delimitamos todo; nuestros países, nuestras religiones, nuestros gustos, los días de la semana, las ciudades de un país, las comunas de una ciudad, los diferentes barrios de esa comuna, las diferencias sociales, los distintos roles familiares, los distintos padres, los distintos hijos.

Confiamos en doctrinas religiosas que hoy fácilmente muestran como los años de historia continúan llenando de oro a los grandes dominios religiosos o a algunos fervientes pastores que con pasión desquiciada proclaman doctrinas de terror para condenar al propio hombre. Las religiones no son más que una forma de mantener a los "conciudadanos" con culpa y con pavor. Así es más fácil que nadie note que la misma esclavitud de la raza negra ahora la interpretamos nosotros mismos y no nos damos cuenta.

Los medios de comunicación lentamente comienzan a contradecirse, entonces la fractura del modelo comienza a manifestarse, y finalmente así, sin que nadie tenga que luchar por lo que de todas formas ocurrirá, el hombre volverá a ser libre, pudiendo desarrollar su propia individualidad, dejando de ser el miembro uniformado de un modelo social opresor, suicida, ambicioso e indolente.

Los incontables muertos de una guerra, sean víctimas o victimarios, son un espejo que le recuerdan al hombre hipnotizado de esta era, que el modelo que afirma la vida de los terrícolas es erróneo, suicida e indolente.
Los bosque nativos destruidos por la mano del hombre; los animales violados de su libertad natural para llenar los bolsillos del que ya tiene demasiado; la contaminación explícita; seres humanos dañados de manera psiquiátrica por los errores que el mismo modelo genera; encerrados tras las rejas, como quien barre la basura y la esconde bajo la alfombra. Mujeres violadas y seres humanos que ya tienen la mirada triste y la esperanza muerta, mientras viven sin querer vivir, mientras tratan de sonreír como lo hacen en los catálogos de moda; una imagen detenida en menos de un segundo, una imagen de sonrisa que nos hace sentir el vértigo de la infelicidad.

Coto Cañas

martes, 31 de marzo de 2009

Sanemos al siglo XXI


Esta es la historia que muestra como la mente terminó siendo la más temible arma del hombre post moderno. Así damos cuenta de este cambio de era, con la caída de las dos torres, las torres de lo dual, o de la pareja de opuestos, que tanto han dividido al hombre. Lo bueno y lo malo; lo lindo y lo feo; el cielo y el infierno; el amor y el odio, sucumben y liberan al hombre de su fractura y separación con ese misterio que no puede ser nombrado y que no puede ser comprendido por la mente; la razón es el elemento que no permite integrarnos como totalidad, dejando la abrumadora individualidad de este hombre del siglo XXI.

El arte del siglo XX y la visión separatista del artista del siglo XXI buscan una manifestación de lo inmanifiesto que sustenta enigmáticamente a la materia , de ese misterio que tanto ha ocupado al hombre.
Si consideramos que la representación artística del hombre no puede pretender manifestar lo inmanifiesto, así como el árbol no puede hablar de su misterio, es la materia en sí misma, en sus límites espaciales, que al mostrarse evidente y desnuda, puede evocar en el inconsciente este misterio que no puede ser nombrado,

En definitiva es imprescindible sanar el corazón del individuo post moderno, abrumado por el enfrentamiento de su individualidad dislocada y separada, confrontada con el pálpito inconsciente de un organismo totalitario y unificado. Y es este conflicto el que debe ser sanado por el arte, y por ende por el artista del siglo XXI.

El individuo es un ser que no nace comprometido a una sociedad, más que por el vínculo circunstancial con sus padres. En pos de la libertad de cada uno de los seres humanos, es que el individuo tiene pleno derecho a desestimar su participación social. La referencia de este punto de vista no tiene que ver con el hecho de alejarse del resto de la humanidad, sino solamente con un modelo social materialista que ya está fracturado y cada vez está más cerca de su caída final.

jueves, 12 de marzo de 2009

Despidiendo el Verano

Acá estamos, en una tarde de esas que despiden el verano.
Vengo como despertando de un largo sueño que contradictoriamente parece no haber tenido más tiempo que el de un frágil sueño nocturno.
Es como caminar en la oscuridad sin darse cuenta que todo está oscuro; mientras tu corazón late en un desesperado anhelo que no sabes ni de dónde viene ni para dónde va. Entonces buscamos ese anhelo desesperado por todas partes; fallando y fallando sin cesar.

Tantos miedos frente a la vida que se interpretan como un niño herido. Herido supongo porque le ha faltado sentirse importante frente al primer hombre en el que confió para que le mostrara el mundo.

Te conformas con poco o vives duramente hasta que se te acaben las ganas de vivir. Luego si caes en cuenta que no eres feliz supones que es una regla general y crees que si tu no lo fuiste, nadie más será capaz de hacerlo. Es sencillo, te cansas, te rindes y decides ver como se van pasando los días en esta agonía. Algunos días vienen a verte pajaritos, animales o insectos; y tu aún sin darte cuenta que lo único verdadero está en lo simple. Pero es cierto, todo tiene su tiempo y “más temprano que tarde” todos los caminos llegan a Roma.

Estas consciente que las cosas no andan bien y que te gustaría mejorarlo, entonces razonas y hurgeteas en un pensamiento tras otro… pero te cansas porque ese camino tampoco puede llevar a ninguna parte.

Nos olvidamos de lo simple y es por eso que sufrimos tanto. Nada tiene importancia; ni el dinero, ni el futuro, ni siquiera la propia vida, si uno no logra ser feliz. Y para ser feliz no se busca nada afuera de uno mismo. Para ser feliz uno debe entender que aún sin casa, sin perro y sin auto, se puede ser feliz en cualquier parte del mundo. Igual que cuando se era niño y daba lo mismo si la ropa se lavaba en una “moderna” lavadora de los ochenta o en una artesa de madera por las manos agrietadas de una mujer.

Así despiertas un día,
y te parece cómo si estuvieras desnudo sólo frente a ti mismo.
Descubres que has caminado toda la vida con el corazón herido; en el intento de protegerte y evitar el dolor, has vivido una vida parecida a una mascara que no te corresponde. Entonces no reconoces tu propio camino, lo perdiste en alguna parte de tu vida y ahora debes retroceder a buscarlo.

Pero entiendes que este primer hombre que te mostró el mundo también estaba herido y lo más probable es que la herida haya sido la misma. Entonces caminas la vida luchando, siempre defendiéndote contra algo; los seres de la naturaleza no luchan para vivir, las especies no son conscientes de que sobreviven, simplemente viven. Sobre-vivir es sólo un verbo que ha calificado el hombre.

De alguna extraña forma, quizás en una de esas tardes que despiden el verano, descubres que nunca ha existido una herida y menos alguna lucha que sostener. Entonces entiendes que la vida se acabará pronto y que nunca es tarde para vivir la vida despiertamente: Avanzar en el letargo de la vida o simplemente olvidar el tiempo y actuar en el mundo.

Entonces me incorporo en el mundo, entiendo que en mí mismo está todo lo que necesito para hacerle caso a mi corazón, que no dependo de nadie y que sobre mí se despliega una fuerza que me guía día a día mientras confío que mañana habrá otro nuevo amanecer.

Soy hijo del mundo y he venido a cumplir una misión dictada por mi corazón. En mí están las herramientas y no hay nada que necesite buscar por fuera.

jueves, 8 de enero de 2009

Deus ex Machina


Quisiera poder escribir aquí palabras que lograrán vaciarme entero.
Entiendo que esta dualidad me está matando,
También entiendo que es posible salir de acá.  

Busco las luces de los faros en las costas,
En las costas de mi mismo,
En ese ser inmutable que jamás muere.
Las empañadas luces de los faros se hacen apenas perceptibles.
El vértigo de mi cuerpo me mantiene paróxico,
Y ahora que pareciera no tener más fuerzas, me entrego,
No por cobarde, al contrario;
Porque se me cansaron los miedos,
Y las palabras dejaron de tener significados.  

Mientras el materialismo se pudre y se hace polvo,
Igual que nuestro cuerpo,
Veo a una humanidad que despierta,
Lentamente y junto a mi.
Entonces se abren los horizontes
Y puedo pensar que la vida es bella;
Cómo dijo mi madre,
conectada a un respirador y la cara radiante;
"Sí, la vida es bella". 

Quiero ser todo al mismo tiempo
Y olvidarme de este personaje en busca de importancia. 
Quiero amarte no porque te necesite, 
Quiero amarte porque amar es lindo, 
Porque amar nos bendice como hombres 
Y nos llena de gracia.  

Me siento un viajero intergaláctico
Atrapado en esta dimensión, 
Como una especie de hombre eterno
Atrapado en la telaraña del tiempo;
Inducido en la narcolepsia del arácnido veneno.

Esperando el “Deus ex Machina”
Te miro y me aquieto,
Busco mi centro, me olvido de todo,
Y entonces me lleno de vida
Y comprendo lo que significa ser un hombre.  

Aprovechemos esta coincidencia en el espacio/tiempo.
porque volar contigo se convierte en posible,
porque llegar a lo impensable se vuelve pensable.

Hagamos una tregua y dejemos los miedos afuera,
A mi también me molestan,
Pero de seguir con ellos se detiene la vida.
Hagamos esta tregua y comencemos a vivir,
Mostremos la magia al mundo,
Mostremos que en la locura también está la sabiduría.



viernes, 2 de enero de 2009

Eso soy

Soy una de esas personas extrañas, de esos que miras y no sabes de dónde son. Soy un hombre confundido que ahora deja la inercia del pensamiento. Desprendido de mi mismo, porque atravesé las fronteras débiles de mi persona y no encontré nada. Entonces busqué importarme, luego me importé, me odié, en un minuto desaparecí hasta del espacio. Estuve lejos, tan lejos como donde el dolor de las entrañas paróxicas derrite tu piel, luego tus viseras y entonces se te desgarra el alma. Te desintegras, tu vida no es más que una centrifugadora que no sabe cómo parar. Los miedos parecieran ser las llamas del mismo infierno, la culpa el verdugo del sacrificio.

Pero entonces llegas al final del hoyo, el límite donde termina lo oscuro. Entonces te das cuenta que todo se desintegra, se deshace, pierde importancia. Y pese a todo sigues existiendo, limpio, inmaculado, brotando de la fuente misma.

Caes en cuenta que eres menos importante que una simple historia de ficción, de esas que tarde o temprano te toparás y te hará sonreír.

No es por fuera que nos encontramos como seres humanos, es por dentro que llegamos a entender que ser parte de este espacio/tiempo, es como ser amorosos dioses descubriendo el paraíso.

Estamos dañados porque cuando niños se nos condicionó el amor, porque aprendimos a buscarlo afuera y no entendimos que el amor somos nosotros mismos.

Amor atrapado en la oscuridad de nosotros mismos, tratando de germinar como lo hace la semilla en las oscuridades de la tierra.

Ahora entonces, tranquilo y quieto, me siento bajo la sombra de las parras y divago en las últimas y agrietadas fronteras de la mente.

NO VOY NI VENGO. SIEMPRE HE ESTADO Y SIEMPRE ESTARÉ. LA IMPERMANENCIA DE LA VIDA ME DELATAN COMO LA EXISTENCIA PRIMARIA, LA QUE JAMÁS MUERE, LA QUE LE DA EL ALITO DE VIDA AL HOMBRE.