domingo, 19 de abril de 2009

Síntesis




Si podemos ser mínimamente conscientes de nuestra existencia, identificaremos que más allá de cualquier definición, tenemos la capacidad de percibir un mundo en el cual estamos siempre presentes. Esto es algo que acá podríamos denominar como “punto de vista”. Dicho “punto de vista” está interconectado con las emociones. La percepción o punto de vista, identificará todos los sucesos exteriores de nosotros mismos, dependiendo de la emoción que se cause. Entonces de nuestras emociones dependerá si el vaso sigue ahí medio lleno o medio vacío. 

Este punto de vista es llamado de varias formas gracias a la variedad geográfica y por ende cultural en este planeta Tierra. Es llamado punto de encaje, consciencia, dimensión, visión, percepción, Yo, Buda, Dios, etcétera.

Dejando un rato de lado la percepción material que tengamos de nuestra existencia, podríamos imaginar que Todo lo que nos rodea no es más que un espacio esférico alrededor de lo que llamamos cuerpo, donde nuestro cerebro proyecta lo que las emociones van causando; o es interferido por el lado izquierdo del cerebro donde la proyección se hace limitada, espacial, temporal, única y paradójica.

Este lado izquierdo del cerebro, al igual que el derecho, posee una función específica, pero los terrícolas hemos asumido que nuestra identidad son esas funciones en sí mismas, y hemos olvidado que somos nosotros mismos quienes utilizan las funciones, que no somos ellas, porque incluso somos capaces de distinguirlas a ambas.

Primero: es necesario recordar que lo que nuestros sentidos perciben es un espectro en 360º de modo táctil, auditivo, olfativo, gustativo y visual. Estos cinco modos de percepción son experimentados en primer lugar químicamente en nuestro cerebro y luego proyectados en esta circunferencia alrededor de nuestra consciencia o punto de vista, otorgándonos todas las sensaciones perceptibles en los cinco modos.

Segundo: es importante identificar que nuestro cerebro posee dos funciones distintas y que nosotros somos los encargados de manejar dichas funciones; no ellas a nosotros. Una de estas dos funciones se encuentra en el hemisferio derecho de nuestro cerebro y está relacionado con las emociones, con el presente inmediato fuera de la línea del tiempo. La otra función se encuentra en el hemisferio izquierdo y tiene que ver con nuestras funciones matemáticas, de tiempo, espacio, memoria, lógica, etc.

Nuestro punto de vista se desarrolla en un mundo que privilegia lo masculino, nuestra forma de ver el mundo está enfocado con un punto de vista patriarcal y por lo tanto direccionado hacia el dominio de la lógica, la razón, la memoria, el tiempo y las matemáticas.

El mayor de lo que aquí podríamos denominar problemas, es causado porque casi todos los habitantes de este planeta nos hemos educado en busca de ser el mejor, de memorizar, de vencer al otro, de adquirir poder. El tipo de educación que hemos recibido como generaciones tiene que ver con el desarrollo del hemisferio izquierdo del cerebro y con la estricta represión de nuestro hemisferio derecho. Se nos niega explícitamente la educación que involucre el análisis, las paradojas, las variantes, la integración de opuestos, la fenomenología en tiempo presente y el amor; es más común diseccionar un conejo en el laboratorio que ir al campo a aprender a respirar.

Esto ha generado que nuestra realidad o percepción del mundo se vuelva gris y en blanco y negro. Somos individuos destinados a desarrollar un punto de vista particular y extraordinario. Pero nos hemos uniformado con un materialismo que ha comenzado a evidenciar sus fallas. Nos hemos ido tan para afuera de nosotros mismos que el “uniforme” ha reprimido nuestra individualidad en busca de lo que condecore sus ropas, mientras el hemisferio derecho comienza a hacer corte circuito. Somos los creadores y lo creado, pero nosotros sólo entendemos que somos lo creado, entonces nos aferramos a la materia, al mundo proyectado; es todo tan impermanente que ser sólo lo creado provoca serias angustias y por lo tanto los daños emocionales correspondientes, finalmente los daños los vemos generados en la proyección que hacemos de nuestro propio mundo.

Lo importante aquí no es generarse un personaje que critique lo anterior, ni que con bandera de lucha se oriente a condenar nuestro errado sistema de educación. Y esto es sencillamente porque para restarle importancia al lado izquierdo del cerebro es necesario dejar de criticar cualquier tipo de objeto; ya sea este material, emocional o racional. Por otro lado es importante recordar que el mundo solamente es una proyección de nosotros mismos y hay tantos mundos como tantas consciencias los puedan percibir. Todos somos parte de una “gran consciencia”, y siendo partes somos capaces de percibir una realidad como la que materialmente percibimos, y de esa misma forma podemos percibir la realidad que creamos posible percibir.

Actualmente el lado izquierdo de nuestro cerebro nos tiene convencidos que él tiene la razón, se ha convertido en un personaje que nos tiene convencidos de sus dictados, tanto así que tememos de nuestros propios actos. El lado derecho está sometido por los designios del izquierdo junto a nuestra consciencia. Vamos apurados a un lugar que ni siquiera conocemos; calculando números, palabras, emociones, sonrisas, llantos, deseos, actos, etcétera.

Alguien por ahí nos dice que ésta es la forma correcta, que no es posible la existencia de otra forma. Y de todos modos la forma no nos llena y nos hace sentir vértigo frente a la vida que vamos experimentando. Entonces seguimos aferrándonos a lo mismo, porque nuestro lado izquierdo también nos asusta con las versiones más trágicas de lo que podría ser el futuro si no le seguimos; sin entender que lo miedos son sólo una parte de nuestra proyección individual.

Y culpamos al resto, porque nuestro mundo o nuestra proyección de él está dividida por la función lógica de nuestro lado izquierdo. Culpamos a la política, a la religión, a los jóvenes, o los adultos, a la economía, a las creencias, a los sistemas. Pero olvidamos quizás lo más importante, olvidamos que el mundo es una proyección de cada uno de nosotros, que hay tantos mundos como tantas consciencias capaces de percibirlo.

Esto es algo difícil de asimilar, porque llevamos toda la vida pensando en que somos Uno en contra del mundo y no nos hemos percatado que el mundo es nuestra propia proyección. Estamos interconectados en una red infinita pero cada uno experimenta sólo lo que es capaz de experimentar. Nuestra mente está tan controlada por la lógica del lado izquierdo, que sería imposible poder pensar en esto; que nuestro mundo es una simple proyección, un simple punto de vista que actúa dañado, porque el observador se ha convencido que él es sólo lo observado, olvidando que es lo observado y el observador al mismo tiempo.

Finalmente es fundamental mencionar que este daño en nuestro punto de vista es algo completamente reversible. La acción de darse cuenta es muy simple, tan simple que un recién nacido podría tener la capacidad de realizarlo; pero quizás es en esta misma simpleza que radica nuestra dificultad para encontrarlo. La intelectualidad no es una llave que pueda abrir alguna puerta en este camino, pero si un medio por el cual podremos avanzar hasta la cerradura más cercana.


Coto Cañas Merino.
www.paroxico.blogspot.com

No hay comentarios: