Vivimos en un mundo extraño, donde ser adulto es llenarse la boca diciendo que la vida hay que vivirla de alguna forma determinada. Los grandes centros mundiales, que se deben a ejemplo mundial, tienen como métodos standard mandar a sus propios patriotas a "tierras enemigas", o a países víctimas del robo explícito de recursos naturales. Lo vemos en las noticias y en los diarios, entonces nos parece algo prudente. Hoy en día Internet nos muestra asesinatos explícitos en guerras de las cuales tampoco entendemos mucho. Mueren sus propios patriotas enloquecidos y motivados por el "poder" sostener una nación que bajo ninguna circunstancia podría valer más que el corazón de un niño que inocentemente nace en tierras enemigas.
Pero de alguna extraña forma nos tienen adormecidos, indolentes al dolor de otros seres humanos. Asustados con conceptos que ellos mismos inventan y transmiten a sus "conciudadanos", por medio de cajas cuadradas que llaman televisor. Nos adormecen con el fútbol, nos angustian con telenovelas, nos aterrorizan con noticias, y para que el sometimiento sea más efectivo, nos hacen evadir el dolor de vivir en esta realidad sometida con un suculento mercado de industrias cinematográficas, donde sólo algunos son estrellas de cine, tienen mucho dinero y aparentan ser muy muy felices. Creemos que quizás, al igual que estas estrellas de cine, también podríamos nosotros salir de la amargura y de la vida en blanco y negro; un poco de eso nos podría hacer felices. Pero es un control, una forma muy convincente que anestesia al hombre, a estos "conciudadanos", para que no sientan claramente el dolor que significa someter la libertad individual a un prototipo de hombre post moderno, que trabaja cinco, o a veces seis días a la semana, venera a algún tipo de dios para controlar sus culpas, se hipnotizan con imágenes de catálogo que le ponen precio a la felicidad de hermosos y cautivantes modelos de moda que sonríen en cartulinas e imágenes virtuales. Utilizan la ficción para que compremos, y nosotros creemos que la ficción tiene más cualidades que la mentira.
Compramos y compramos, pero una vez que experimentas que ninguna de esas cosas, exhibidas en catálogos o spot televisivos, nos logran entregar un mínimo de lo que tanto anhelamos para ser felices y que de cierta forma nos hace entender que algo en todo esto llamado mundo no está funcionando correctamente. Por el contrario, tenemos lo que queríamos, pero no encontramos la felicidad que buscamos, mientras hay que aparentar esa sonrisa de catálogo, entonces sentimos vivir en un abismo gris y desesperado donde hay que seguir marchando y rezándole a ese dios que nos perdone y que de alguna forma nos traiga la felicidad.
Los centros mundiales consumen los recursos naturales, sin entender, claramente, que el daño no se lo hacen a un enemigo externo, sino directamente al "planeta tierra" del mismo que ellos forman parte. Pero estamos individualizados, creemos ciegamente que somos países, estados o capitales, entonces nos destruimos a nosotros mismos, tan ridículamente como si la mano de un mismo cuerpo lastimara a la otra mano; sin entender que ambas manos forman al mismo cuerpo.
El planeta no son países delimitados, el planeta es uno sólo y se llama Tierra. Los seres humanos nos hemos delimitado y dividido, porque nuestra mente está de la misma forma, dividimos y delimitamos todo; nuestros países, nuestras religiones, nuestros gustos, los días de la semana, las ciudades de un país, las comunas de una ciudad, los diferentes barrios de esa comuna, las diferencias sociales, los distintos roles familiares, los distintos padres, los distintos hijos.
Confiamos en doctrinas religiosas que hoy fácilmente muestran como los años de historia continúan llenando de oro a los grandes dominios religiosos o a algunos fervientes pastores que con pasión desquiciada proclaman doctrinas de terror para condenar al propio hombre. Las religiones no son más que una forma de mantener a los "conciudadanos" con culpa y con pavor. Así es más fácil que nadie note que la misma esclavitud de la raza negra ahora la interpretamos nosotros mismos y no nos damos cuenta.
Los medios de comunicación lentamente comienzan a contradecirse, entonces la fractura del modelo comienza a manifestarse, y finalmente así, sin que nadie tenga que luchar por lo que de todas formas ocurrirá, el hombre volverá a ser libre, pudiendo desarrollar su propia individualidad, dejando de ser el miembro uniformado de un modelo social opresor, suicida, ambicioso e indolente.
Los incontables muertos de una guerra, sean víctimas o victimarios, son un espejo que le recuerdan al hombre hipnotizado de esta era, que el modelo que afirma la vida de los terrícolas es erróneo, suicida e indolente.
Los bosque nativos destruidos por la mano del hombre; los animales violados de su libertad natural para llenar los bolsillos del que ya tiene demasiado; la contaminación explícita; seres humanos dañados de manera psiquiátrica por los errores que el mismo modelo genera; encerrados tras las rejas, como quien barre la basura y la esconde bajo la alfombra. Mujeres violadas y seres humanos que ya tienen la mirada triste y la esperanza muerta, mientras viven sin querer vivir, mientras tratan de sonreír como lo hacen en los catálogos de moda; una imagen detenida en menos de un segundo, una imagen de sonrisa que nos hace sentir el vértigo de la infelicidad.
Coto Cañas
Pero de alguna extraña forma nos tienen adormecidos, indolentes al dolor de otros seres humanos. Asustados con conceptos que ellos mismos inventan y transmiten a sus "conciudadanos", por medio de cajas cuadradas que llaman televisor. Nos adormecen con el fútbol, nos angustian con telenovelas, nos aterrorizan con noticias, y para que el sometimiento sea más efectivo, nos hacen evadir el dolor de vivir en esta realidad sometida con un suculento mercado de industrias cinematográficas, donde sólo algunos son estrellas de cine, tienen mucho dinero y aparentan ser muy muy felices. Creemos que quizás, al igual que estas estrellas de cine, también podríamos nosotros salir de la amargura y de la vida en blanco y negro; un poco de eso nos podría hacer felices. Pero es un control, una forma muy convincente que anestesia al hombre, a estos "conciudadanos", para que no sientan claramente el dolor que significa someter la libertad individual a un prototipo de hombre post moderno, que trabaja cinco, o a veces seis días a la semana, venera a algún tipo de dios para controlar sus culpas, se hipnotizan con imágenes de catálogo que le ponen precio a la felicidad de hermosos y cautivantes modelos de moda que sonríen en cartulinas e imágenes virtuales. Utilizan la ficción para que compremos, y nosotros creemos que la ficción tiene más cualidades que la mentira.
Compramos y compramos, pero una vez que experimentas que ninguna de esas cosas, exhibidas en catálogos o spot televisivos, nos logran entregar un mínimo de lo que tanto anhelamos para ser felices y que de cierta forma nos hace entender que algo en todo esto llamado mundo no está funcionando correctamente. Por el contrario, tenemos lo que queríamos, pero no encontramos la felicidad que buscamos, mientras hay que aparentar esa sonrisa de catálogo, entonces sentimos vivir en un abismo gris y desesperado donde hay que seguir marchando y rezándole a ese dios que nos perdone y que de alguna forma nos traiga la felicidad.
Los centros mundiales consumen los recursos naturales, sin entender, claramente, que el daño no se lo hacen a un enemigo externo, sino directamente al "planeta tierra" del mismo que ellos forman parte. Pero estamos individualizados, creemos ciegamente que somos países, estados o capitales, entonces nos destruimos a nosotros mismos, tan ridículamente como si la mano de un mismo cuerpo lastimara a la otra mano; sin entender que ambas manos forman al mismo cuerpo.
El planeta no son países delimitados, el planeta es uno sólo y se llama Tierra. Los seres humanos nos hemos delimitado y dividido, porque nuestra mente está de la misma forma, dividimos y delimitamos todo; nuestros países, nuestras religiones, nuestros gustos, los días de la semana, las ciudades de un país, las comunas de una ciudad, los diferentes barrios de esa comuna, las diferencias sociales, los distintos roles familiares, los distintos padres, los distintos hijos.
Confiamos en doctrinas religiosas que hoy fácilmente muestran como los años de historia continúan llenando de oro a los grandes dominios religiosos o a algunos fervientes pastores que con pasión desquiciada proclaman doctrinas de terror para condenar al propio hombre. Las religiones no son más que una forma de mantener a los "conciudadanos" con culpa y con pavor. Así es más fácil que nadie note que la misma esclavitud de la raza negra ahora la interpretamos nosotros mismos y no nos damos cuenta.
Los medios de comunicación lentamente comienzan a contradecirse, entonces la fractura del modelo comienza a manifestarse, y finalmente así, sin que nadie tenga que luchar por lo que de todas formas ocurrirá, el hombre volverá a ser libre, pudiendo desarrollar su propia individualidad, dejando de ser el miembro uniformado de un modelo social opresor, suicida, ambicioso e indolente.
Los incontables muertos de una guerra, sean víctimas o victimarios, son un espejo que le recuerdan al hombre hipnotizado de esta era, que el modelo que afirma la vida de los terrícolas es erróneo, suicida e indolente.
Los bosque nativos destruidos por la mano del hombre; los animales violados de su libertad natural para llenar los bolsillos del que ya tiene demasiado; la contaminación explícita; seres humanos dañados de manera psiquiátrica por los errores que el mismo modelo genera; encerrados tras las rejas, como quien barre la basura y la esconde bajo la alfombra. Mujeres violadas y seres humanos que ya tienen la mirada triste y la esperanza muerta, mientras viven sin querer vivir, mientras tratan de sonreír como lo hacen en los catálogos de moda; una imagen detenida en menos de un segundo, una imagen de sonrisa que nos hace sentir el vértigo de la infelicidad.
Coto Cañas
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