lunes, 28 de enero de 2008

Durante el Viaje.

Esta es una gran colección de búsquedas, de deseos, de miedos.
Y siempre es lo mismo, buscamos en el exterior de nosotros y olvidamos todo lo que tenemos dentro.

Queremos ser felices buscando status, debiendo y teniendo que ser para los demás, buscando nuestra importancia para poder finalmente demostrarsela al mundo, porque creemos que mientras más hermosa sea nuestra cáscara más queridos y protegidos estaremos,
porque creemos que ahí encontraremos esa felicidad que a cada rato se nos escapa de las manos.

Y se nos olvida que el cuerpo envejece, que cuando pasa el tiempo todo pierde importancia: las palabras, las tristezas, el cuerpo, los miedos, el dolor, los deseos y lo que el resto pueda decir de nosotros.
Todo no ha sido más que la posibilidad de poder actuar desde el corazón y ser lo que a partir de ese lugar somos.
Pero se nos olvida y la mayoría de las veces sólo lo entendemos cuando ya es tarde, cuando el viaje ha terminado.

Cerramos los ojos y ya estamos lejos de acá.

Toda nuestra búsqueda lo único que provoca es olvidarnos como late el corazón, desperdiciando la posibilidad de vivir la humanidad más hermosa en el simple significado de ser secillamente lo que somos, sin importancia, sin cuerpo, sin miedos. "Yo soy lo que hago y a eso he venido", recuerdo por ahí.

Entonces el viaje termina y nos quedamos con lo simple, con nuestra verdadera esencia, y finalmente todo el resto muere.

Nuestra importancia, por la que luchamos desde que el recuerdo de esta humanidad nos permite, es parte del olvido, es parte de una historia que carece de importancia; una importancia que está más cerca de morir que nuestro propio cuerpo, una importancia que al final es vacio y lo único que logra es alejarnos de lo verdadero, de nuestro corazón, de nuestra verdadera humanidad que extraviamos en algún punto del camino.

Y nos quedamos sin nada, el viaje termina y la mente muere, y con ella todos sus recuerdos.
Finalmente lo único importante era ser lo que realmente somos, dejando de lado la importancia que buscamos tener entre tanta humanidad ciega y confundida.



 

viernes, 18 de enero de 2008

Un Chip llamado ciudad.

El protocolo aéreo lleva el avión en penumbras y te observo como si fuera el narrador omnisciente de esta historia. No vas tranquilo pero tienes cierta calma. Tu mirada va en la ventana, absorbida por las luces de esa ciudad nocturna que lentamente comienza a quedar atrás. Minutos antes y desde el centro mismo de la luces, el avión despega con aires de luna menguada y un frío cielo despejado de invierno. Por la ventana del avión es como si uno se fuera despegando de las luces, de su entorno, de uno mismo. La ciudad iluminada comienza a reducir sus proporciones espaciales lentamente. A medida que el avión se empina como un ave entre la espacialidad infinita del cielo, todo comienza a perder valor y tamaño.  Me gusta sentir la sensación de observar tu expresión facial que parece feliz con el reciente descubrimiento.

Luego de varios minutos la ciudad se ve en su totalidad rodeada por el negro espacio del viaje nocturno. Tu continuas enamorado de la sensación que provoca ver como la ciudad está lejos, fuera de ti, que finalmente tu no perteneces a ella y que no te habías dado cuenta hasta ahora. Es extraño, porque tanto tiempo en la ciudad iluminada y asumías inconscientemente que tu y ella eran lo mismo, tu eras parte de la ciudad y no del inmenso e infinito universo que se abre sobre nosotros.

Te sientes consciente y despierto, quizás no lo habías estado hace tiempo, y ya no estas en la ciudad ni en su historia, estás en un punto que, visto desde estas circunstancias, pareciera neutro, como un limbo donde todo se detiene.

Ahora dejo de ser ese narrador omnisciente y vuelvo a mi cuerpo, sentado en la misma butaca aérea que vas sentado tu, vuelvo a tu cuerpo y volvemos a ser uno, mirando la ciudad transformada en un insignificante punto de luces parecido a un chip de computador.

El avión avanza, en algún momento aterrizará en otra ciudad iluminada y yo seguiré siendo el que observa desde afuera la situación, igual que ahora, entremedio del cielo nocturno y por encima de cualquier ciudad.

"No somos más que lo mismo contado de manera diferente. Pero "alguien por" ahí se esmera en recalcar nuestra individualidad, todo lo distinto que somos frente al resto. Finalmente ese "alguien por ahí" desaparece y me quedo yo con el peso de sostener esa diferencia, inventada por la mente, afirmada dentro de ella y sostenida como una bestia salvaje que defiende a su camada. Ya no quiero sostener lo insostenible, tampoco lo sostenible, todo esto es una mochila llena de piedras, inservibles y pesadas".

martes, 15 de enero de 2008

Podría ser que...

Volver al presente, es como cuando niños, en medio del juego diurno y con los amigos, estábamos en desventaja y los piratas nos tenían prisioneros sin querer dar tregua alguna; era una deshonra inmensa estar ahí, mientras la victoria se alejaba a manos llenas del enemigo. Pero terminaba el juego y cada uno se iba a casa, quizás le lavaban la cara, los dientes y entremedio de la noche se dormía en la calma, porque mañana comenzaba otro juego y la victoria estaba a sólo un paso.

Se Nos Olvida


A veces se nos olvida lo simple de todo esto. Un día, y quizas a medida que se aleja la infancia, abrimos los ojos y sin darnos cuenta ya estamos lejos de lo importante. La infancia se nos duerme y todo comienza a ser complicado. Me miro en el espejo y me pregunto, ¿Por qué se me olvido la plenitud de observar, quietamente y por muchas horas, a los chanchitos de tierra que se hacían pequeñas bolitas hermeticas? ¿Por qué se me olvido lo inmensamente pleno que quedaba en la noche, después de estar la tarde entera rescatando insectos en la piscina?
Entonces me doy cuenta de las muchas cosas que olvidé; lo poco importante de la ropa, de la tierra, lo poco importante de engullir un escarabajo sin pudores ni complejos. Olvidé completamente lo distinto que era sentir un atardecer o lo maravilloso de una mañana anticipando las mil aventuras que abría el día.

Aún frente al espejo me cominzo a custionar; si esa simpleza me daba tanta paz, por qué he buscado todo este último tiempo en materias tan enrredadas como la sabiduría y la importancia. ¿Por qué he preferido esta mente que me ha tenido atrapado en los miedos; detenido, deteniendome cada vez más?

Atrapado en paradigmas, que llevan consigo una lógica, una respuesta y una clasificación para todos los asuntos. Digo atrapado de nuevo y sólo por estructuras que se construyeron en la mente, nada de eso existe pués sólo se trata de un acuerdo mental, afirmado en cordenadas virtuales como el de los "ceros y unos". Más allá de la mente está lo realmente importante, más allá de la mente está el recordar el éxtasis que puede significar la magia de un amanecer, la simpleza de contar los peldaños de las escaleras que te llevaban al piso diez sin más sentido que ese.
Las religiones hacen eco dentro de si mismas y la política nos convence de lo realmente importante de sus asuntos. La vida es muy seria y debemos aprender a cuidarnos.

Te quiero demostrar que la vida es muy distinta, que aún que paresca estar todo confuso y sin sentido, todo no es más que una absurda mentira. Estamos viviendo una aventura creada por nosotros mismos, una aventura que podemos cambiar cuantas veces queramos. Pero nuestra mente resiste y a cada rato nos quiere demostrar lo dificil que es existir en este mundo. Y finalmente todo no es más que una absurda ilusión, afirmada en los paradigmas de nuestra mente, esos mismos paradigmas de "ceros y unos"que nos alejaron la infancia, los que nos hicieron olvidar lo simple de todo esto.

El Bien y el Mal

Al final de todo terminamos siendo protagonistas y grandes héroes de nuestro mundo, antagonistas dentro de otros mundos, perversos para algunos, maestros para otros y adeptos de todo lo que nos envuelve, que finalmente no es mas que una sola cosa, nuestro corazón. 

El bien y el mal se desdibujan a cada segundo, de pronto desde arriba de un árbol todo parece bueno y pequeño, pero sentado en la tierra, y mirando exactamente lo mismo, todo no es más que siniestro y la vida pareciera ser muy grande.

Dos lados de una misma cosa, dos lados que confunden, y el centro olvidado por nuestros miedos, nuestro corazón desterrado mientras nuestra mente anda en busca de importancia.

Ocho,
Cuatro,
Dos,
El corazón.

Afuera

"Desde esta oscuridad lejana reclamo mi derecho a despertar, a dejar esta dualidad, abandonando el deseo y la impaciencia, duros combatientes en este punto del camino.
A veces mi cuerpo se debilita para volver a ser fortalecido con las energías de un guerrero; que hasta hace poco habia estado completamente ciego.
Entonces uno despierta del sueño lánguido, uno entiende lo lejos que se ha extraviado de casa por seguir a un circo de poder, de sufrimiento, de gran lejanía con lo fundamental, con la virtud del hombre; el amor.

Llegamos al mundo libres, sin polaridad. Ahí el circo nos agarra, nos enseñan los trucos y comenzamos a practicar la rutina que, según el circo, nos corresponde interpretar.
Todo finalmente se hace muy complicado. Nos ofrecen comida, techo y una vejes con consideraciones para no llegar a la muerte solos y confundidos.
Entonces una vez en el circo perdemos de vista lo importante, el resto del mundo, el infinito que nos conecta con nuestra estampa de humanos, el que nos aleja del concepto individual y transforma nuestra conciencia donde la parte deja de importar.
Nos enseñan a perder la confianza en el universo y a asegurar el porvenir de la manera que el circo nos ofrece, finalmente para ellos la fuerza del universo no será lo suficientemente divina para proveer lo que necesitamos.
Entonces nos alarman, nos llenan de miedo para a continuación ofrecernos asilo junto a los demas, esos que están llenos de miedos, confiando en el circo y temiéndole a este universo divino del cual nosotros mismos somos parte.

Entonces un día llega un ángel y me invita a elevarme sobre el campamento del circo, y desde arriba, desde lo alto penetro en la claridad y me puedo dar cuenta que nada tiene sentido, que jamás he sido esa posibilidad que el circo construyo de mi. Me doy cuenta que al final sólo han logrado quitarme libertad.
Me voy del circo, el mundo es más ámplio, en el mundo cada árbol es lo que es, cada animal de la misma forma. Nadie tiene mascaras y lo único que importa es esta conciencia que sólo vive en un presente carente de pasado y de futuro, que vive en el eterno presente.

Entonces nos forman en filas y nos dicen: "Con la vista al frente y las manos a un lado".
Y la vida deja de ser sencilla, ya no podemos simplemente actuar según nos guste.
"Con la vista al frente y las manos a un lado".