miércoles, 19 de noviembre de 2008
Control+Alt+Suprimir
Salida del tiempo,
perdida total de la memoria.
Ingravidez absoluta,
cuestionamiento de la propia experiencia humana.
Lógica extraviada y quizás para siempre.
Paroxismo paradógico y paralelepípedo.
¿Salida de la Matrix?
Locura desenfrenada,
bestialismo ageno,
desapego absoluto,
vuelta a cero.
martes, 18 de noviembre de 2008
Abracadabra
Despierto con claridad calma, no con ese sentimiento de ansiedad cuando las cosas están bien y uno teme que se derrumben.
Las hojas del Palto se hacen cariño, el San Pedro crece diariamente en dirección al cielo, las violetas desparramadas por el patio parecieran alcanzar un orden en el desorden y las parras nutren los frutos que serán devorados en febrero. Desfilan las orugas, las mariposas, los chanchos de tierra. Serafín aquieta su cuerpo felino tratando de no encontrarse con la fatiga de un día caluroso. Yo también estoy quieto, descubriendo esta magia en el presente y abandonando los pesados fardos de la mente. La quietud vence al calor, el movimiento al frío.
La primavera prepara los frutos y me incita a pensar que me prepara a mi también.
viernes, 14 de noviembre de 2008
Se Rompe la Torre
Llevo bastante tiempo tratando de conocer los brillos encandilantes de esta ciudad. Me he vaciado entero tratando de encontrarle el sentido al sin sentido. He llegado a oscuridades tan profundas tratando de encontrar veracidad a lo que me enseñaron cuando llegué a este mundo; todos iban caminando hacia alguna parte, parecía lógico avanzar en esa dirección. En el camino alimañas y carne putrefacta; eso sí, guerreros hermanos, desentrañando lo mismo, con la misma inconsistencia de búsqueda, con un corazón fuerte, sincero y una convicción desmedida.
Te busqué por mucho tiempo hasta que me aburrí de hacerlo porque intuí necesario encontrarme a mi primero. No me culpo ni de egoísta ni de cobarde, simplemente que tan lejos de mi mismo sólo encontraba amores ciegos, egoístas y temerosos. Pero mi corazón no era de esas tierras, y de cualquier forma, era mejor alejarse.
Tuve que autoconvencerme que no existías, era demasiado duro llevarte conmigo si no te tenía. Me enredé en el maremoto de los temores, en los abismos de la duda y en el desgarro de la importancia de uno mismo.
Muchas leguas llevo recorridas, pero el tiempo yace en las fronteras débiles de mi mente. Entonces esa voz casi apagada dentro de mi corazón me hace señas, me susurra que no olvide que aún existes y que ya pronto estaremos juntos.
Yo continúo encerrado en esto parecido a una torre, un falo que pronto será destruido. Antes, hubiera esperado que llegaran a rescatarme, ahora sé que es mejor hacerlo por mi mismo. Soy un guerrero que será emperador, emperador que ha de encontrarte, porque ya no quiero más los brillos encandilantes de esta ciudad. Quiero contemplar la magia de los días juntos, y construir los sueños que vayamos imaginando, sin límites, sin restricciones.
Algo como Matrix
Y soñamos con robots pero no somos más que la representación de ellos mismos hechos a escala. No podemos darnos cuenta que nuestras fantasías futuristas son una verdadera analogía de este hombre post-moderno, quien hace ya mucho tiempo se quedó dormido y ahora lentamente comienza a despertar. Somos verdaderas máquinas, con un chip quien sabe dónde, encargado de hacernos actuar según el protocolo social lo vaya determinando. Nuestras acciones ya no son nuestros deseos, sino simplemente las necesidades de otro, nuestras acciones se han remitido al cumplimiento cabal del protocolo social. Es el chip quien nos enferma, son los paradigmas que hemos almacenado inconcientemente dentro de nosotros. Entonces la vida está llena de reglas que no permiten al hombre poder cumplir su misión en la tierra, en un mundo sin aparentes fronteras.
No cumplir el protocolo social nos encierra en abismantes miedos, dónde nos retorcemos y la culpa se transforma en un verdadero infierno. Entonces estamos trabados porque sin la libertad que necesitamos no podemos entender el gozo de la vida, y nuestra única condena será estar atrapados en el ciclo de la felicidad y la infelicidad hasta que de alguna forma podamos tomar conciencia.
Y la verdad la tenemos frente a nosotros mismos. Pero cómo iba a creer el hombre del siglo IV que la tierra era redonda. Había que probarlo, no era sólo un asunto que alguien escribiera en un libro, o simplemente una voz en el aire.
Nos hemos construido una torre, parecida a la de Babel. En ella tenemos sistemas, parámetros, creencias, conductas, razones, paradigmas, estatutos y normas. En ella vivimos y en ella nos aislamos de todo el vasto e infinito universo que nos rodea. Perdemos de vista lo importante y esta torre nos ofrece asilo y el status quo frente a todos nuestros miedos, miedos que por cierto existen sólo en esa torre, porque afuera de ella nada es realmente tan importante, porque afuera el universo vive en armonía.
Creemos inequívocamente que nosotros mismos decidimos, pero ya estamos tan absortos dentro de los paradigmas sociales, dentro de esta torre, que no percibimos nuestras “decisiones”; parecidas a un mecanismo autómata que controla nuestras horas, nuestros días, semanas y años de la vida.
Nos despertamos todas las mañana sin obedecernos a nosotros mismos, simplemente debemos subirnos a cualquier vehículo de metal que nos traslade a donde nos traslada todos los días.
Mientras tanto nuestra mente vuela muy lejos, añorando el tiempo en que esta historia no se repita más. Y para entonces ya estaremos viejos, nuestros músculos cansados, nuestros anhelos destruidos por el tiempo, nuestra libertad de movernos hacia donde queramos finalmente aniquilada. Tendremos clavada en la mirada la nostalgia de tiempos que pudieron haber llegado. Y ahí, ya se nos fue la vida y lo único que nos resta es esperar a la muerte que acecha insoportablemente.
Ejecutamos nuestra motricidad robóticamente para cumplir nuestra labor diurna, mientras nuestra mente piensa en todo lo que podría estar haciendo si no tuviera que cumplir con esta robótica conducta, y nuestro corazón reclama lejano pero incesante. Entonces finalmente nuestra mente se transforma en una especie de refugio donde nos agazapamos y escondemos.
jueves, 13 de noviembre de 2008
Everything you want
todo cuanto sientas habrás explorado.
Círculo de luz olvidado en la superficie,
tu centro reclama que retornes.
El medio de la lúgubre noche,
y de tus clementes preguntas,
es que emprendo el vuelo para salvarte,
y entre medio de tus vísceras angustiadas y retorcidas
penetro para sanarte y aquietarte.
Estoy en ti y en todas partes,
no sólo en la superficie de ese círculo luminoso;
en el centro, en lo medio y en los extremos,
en lo exacto e inexacto,
en lo correcto y lo incorrecto,
en el ahora o en la mente,
en cualquiera de las infinitas posibilidades.
Tus miedos congelados se derriten poco a poco,
entonces la inmensidad del Sol luminoso
los evapora desde su esencia.
Y recuerdas nuevamente donde está casa.
Entonces ya nada es importante,
y dejarte llevar por tu destino
te conduce al paraíso
que abandonaste cuando quisiste dejar de ser un niño.
Ahora tranquilo,
porque ya estás en casa,
nada es tan importante,
y si te dejas llevar
las puertas del paraíso se abren de a par y en paz.
Todo lo que quieras...
Paraíso
Hace ya mucho tiempo no existía el cemento separando la individualidad del hombre, no existían los miedos, porque éramos libres de acuerdos racionales y sólo vivíamos con nuestro corazón. El universo era nuestro y no nos conformábamos con vivir en algo parecido a una caja de cartón elevada en las alturas, con gimnasio, lavandería y ascensor. Era imposible soñar con algo como eso, si había tanto, de todo y para todos. La ira, el odio, el egoísmo no existían porque nadie había sufrido abuso cuando niño. La humanidad vivía sin miedos y entonces el presente se transformaba en un fenómeno milagroso que había que agradecer como ninguna otra cosa en nuestro pasar por este mundo.
Llegar a este mundo sólo a ser lo que en el fondo de nuestro corazón somos, es la misión más importante a la que hemos venido. Pero equivocamos el camino cuando creemos que tenemos que ser de cierta forma impuesta, y lo equivocamos mucho más cuando pretendemos el destino de otro para nuestras vidas.
El Paraíso lo abandonamos cuando dejamos el corazón de lado y entonamos el juicio frente a todo lo que perciben nuestros sentidos. La constante evaluación de lo que nos rodea nos mantiene ocupados en la mente, divagando por mundos lejanos, por miedos irreconciliables, lejos de nuestros latidos, alejados de esa verdad individual que cada uno vino a interpretar.
En el Paraíso se vive sin miedos, se vive en plena libertad para el hombre, siendo éste un hombre de virtud que respeta el ciclo de la vida y vive en permanente éxtasis con todo lo que le rodea. No se necesitan cosas, en cambio sí se crean cosas y nuestros cinco sentidos son sólo una pequeña parte de todo lo que hay a nuestro alrededor. “Nuestra percepción crece, nuestros sentimientos actúan, nuestros pensamientos obedecen y nuestra intuición nos guía”.
La historia o mitología religiosa nos relata en sus orígenes que cuando el hombre come del “Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal” es expulsado del Paraíso. Ahí su mente se divide en esta ancestral dicotomía de lo diestro y lo siniestro, del bien y del mal.
Luego el “hombre ciego” se aprovecha y empeñando las religiones y sus políticas, atemoriza al pueblo con el infierno bajo el no cumplimiento de ciertas reglas. Entonces el hombre ya dividido, y bajo el temor de quedar atrapado en esa oscuridad profunda, camina todo el resto de sus días escapando de la culpa. “Los hombres ciegos” nos controlan y disponen sus iglesias para mantenernos atrapados entre rezos, dogmas, infiernos y ángeles. Así nos olvidamos de la Vida, de la Luna, del Sol, de lo maravilloso que es el Mundo donde vivimos. Finalmente nuestra mente se transforma en la oscura caverna donde nos guarecemos llenos de miedos, en el juicio de lo correcto y lo incorrecto. Nos encerramos dentro de esta caverna y los días pasan sin sentido, mientras el cuerpo reclama que todo esto terminé pronto. Nos olvidamos de la vida, entonces la culpa nos suicida y nada de nada cobra sentido.
jueves, 25 de septiembre de 2008
Camino Bendito
Vengo de algún lugar que no podría denominar y voy hacia otro lugar igual de indenominable. Estoy acá, en un lugar aún más indenominable pero que de alguna u otra forma lo puedo sentir. Los cuestionamientos alcanzan respuestas que rápidamente se contradicen y entonces pierden cualquier tipo de valor. A veces la vida pareciera ser muy dura, otras veces sólo un juego capaz de enredarme. Es de noche, luego de día, llega el sol, se va, aparecen las estrellas y la luna, todo lleva un ritmo circular. A veces siento como si no estuviera en este lugar y otras veces siento como si estuviera en todas partes.
Hay cosas que duelen, y mucho. Pero extrañamente desde el punto de vista mismo del dolor todas esas cosas parecieran desintegrarse y perder cualquier tipo de valor.
La oscuridad pierde su valor siniestro pero es capaz de arrastrarme como un tirabuzón hacia un abismo sin retorno. Entonces aparece la luz como destello de realidad aparente, donde las cosas son y donde también existo.
Pienso en que las cosas manifiestas en algún momento deben haber sido inmanifiestas y luego para tener el valor de inmanifiestas es necesario que hayan sido manifestadas al menos por la mente.
Soy conciencia justo en el medio, donde lo manifiesto y lo inmanifiesto no pueden ser significados, donde la luz y la oscuridad ya no se tocan.
Quizás la literatura y sus palabras me extravían, quizás le he dado mucha importancia al juicio de las cosas de la vida y se me ha estado olvidando vivirla. Entonces me pregunto ¿Cómo hacer para abandonar los juicios de la mente, teniendo claro que no sirven para vivir la vida?
Me entrego a la vida y a sus designios y le pido al universo y a sus ángeles que me ayuden a desentrañar la verdad en mi Corazón.
¿Qué son las palabras si los significados dejan de ser importantes? Quizás la fonética de sus letras es lo único que importaría. Tantas palabras, tantos discursos, tantos enredos y cuantas paradojas circulan a mi alrededor, mientras mi corazón es olvidado, y con su olvido mi verdad transigida.
Ya no quiero ser una imagen para nadie, ni buena ni mala. Ahora quiero dejar de ser por fuera y enamorarme de lo que siempre he sido por dentro. Esa verdad que emana preciosamente en el Aquí y el Ahora, y que cuando deja de serlo entonces se convierte en la Mente y todo pierde sentido, deja de ser la Verdad universal desde donde procedo.
Han sido tiempos oscuros, cambiantes y enredados, se me ha olvidado mi nombre, mi hogar y mi Corazón. Ahora lentamente los comienzo a sentir nuevamente, y con esto entender el deleite que significa ser parte de este mundo llamado tierra; de este juego llamado vida.
Es tiempo de vivir Ahora, porque para el más empírico y racionalista hombre lo único sustancialmente real que tenemos delante nuestro, es este Aquí y Ahora, que nada tiene que ver con el pasado y el futuro, que no existen en el tiempo; porque el tiempo no es más que una frontera de la mente. Amo la vida porque es donde me puso el universo, amo la Oscuridad porque me enseñó lo importante que es la Luz y amo la Luz porque sólo en ella puedo desarrollar mi verdad.
Sin felicidad y sin tristeza igual existo, sin luz y sin oscuridad llego al centro mismo donde está mi conciencia. Y es aquí donde me quiero quedar, en esta conciencia desprovista de juicios, en este Aquí y Ahora; lo más concreto que he podido encontrar en este camino sinuoso, pedregoso y bendito. Porque mal que mal es el camino de regreso a casa, al corazón, a la verdad que vive palpitante a cada segundo en cada uno de nosotros, y al mismo tiempo en el universo entero.
jueves, 4 de septiembre de 2008
Vivencias
lunes, 28 de enero de 2008
Durante el Viaje.
viernes, 18 de enero de 2008
Un Chip llamado ciudad.
martes, 15 de enero de 2008
Podría ser que...
Se Nos Olvida
El Bien y el Mal
Ocho,
Cuatro,
Dos,
El corazón.